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DAVID TABERNA
Viernes, 23 de mayo 2014, 07:45
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Los desequilibrios en la recaudación de las instituciones vascas provocarán un año más que los municipios de Gipuzkoa y Álava estén peor financiados que los de Bizkaia, un territorio que logra unos ingresos muy superiores a los que le asigna el modelo en virtud de su peso económico. Según los datos de la Hacienda foral a los que ha tenido acceso este periódico, en 2014 los ayuntamientos de Gipuzkoa gestionarán 581 euros por habitante, a mucha distancia de los 668 de los municipios de Bizkaia, aunque por delante de los de Álava, que apenas llegan a los 540 euros. El fisco guipuzcoano advierte que los desequilibrios se mantendrán mientras Euskadi no cambie la ley que regula el reparto de ingresos, que lleva más de dos años prorrogada. Eso sí, nada de apaños o medias tintas. En opinión de la Diputación guipuzcoana, la nueva Ley de Aportaciones «requiere cambios sustanciales. Los mecanismos correctores no son suficientes para corregir los desequilibrios existentes».
Los datos de 2014 proceden de una pregunta parlamentaria realizada por el PSE a la Hacienda foral para conocer la evolución de la parte de la recaudación que reciben los ayuntamientos -el conocido como Fondo Foral de Financiación Municipal- y comprobar el nivel de desequilibrio de 2014. Y lo cierto es que las cifras siguen siendo rotundas, pese a aminorarse las diferencias. Si la media de la CAV de 2014 asciende a 621,45 euros por habitante, la financiación de los ayuntamientos de Bizkaia la supera con creces, al llegar a los 668,92 euros, lo que supone un 7% más. Por supuesto, Álava y Gipuzkoa ni siquiera llegan a la media. No lo hacen en 2014, ni lo hicieron en 2013 ni en 2012... Este año, la financiación por habitante de los 88 municipios guipuzcoanos alcanzará de media los 581,03 euros, casi un 7% más que en 2013 pero un 13% menos que los recursos disponibles de sus homólogos vizcaínos. Álava, por su parte, con 544 euros, se queda en la cola, con un 19% menos que Bizkaia y un 7% inferior a Gipuzkoa.
La propia Hacienda foral admite las diferencias. «Las liquidaciones de los fondos forales de los últimos años constatan que, efectivamente, la financiación de los ayuntamientos de Araba y Gipuzkoa es sensiblemente inferior a la de los ayuntamientos de Bizkaia». El caso alavés es quizá el más sintomático. Ni el año pasado, cuando las arcas municipales se vieron reforzadas por una inyección extra de ingresos derivada de la recuperación de las ayudas declaradas ilegales por Europa, alcanzaron la media.
La pregunta es obvia. ¿Por qué los municipios de Gipuzkoa gestionarán en 2014 un 7% más y aún así seguirán estando peor financiados? Según la Diputación, por los desequilibrios de la actual ley que regula el reparto de ingresos en la CAV, tanto entre las administraciones vascas como en sus flujos con el Estado. Lo que traducido viene a significar dos realidades: la primera, que pese a subir los impuestos más que Álava y Bizkaia, Gipuzkoa sigue sin recaudar lo que el modelo le exige: el 33% de toda la CAV. Y la segunda, derivada de la primera, que una vez que las diputaciones empiezan a hacer números, realizan su aportación al Gobierno Vasco, al Estado para pagar las competencias no transferidas, y se queda con cerca de un 15% de la recaudación para sus Presupuestos, lo que les queda a los ayuntamientos de Gipuzkoa y Álava (en torno al 10%) sigue a distancia de lo que recibirán los de Bizkaia.
Caer en conspiraciones o malas artes sería un error. Ocurría en la anterior legislatura y sucede también en ésta. La liquidación del Fondo Foral que reciben los ayuntamientos es el resultado de una operación matemática regulada en la normativa. De hecho, los cálculos son tan complejos que apenas un puñado de técnicos serían capaces de traducirlos.
Cambiar la ley de reparto
Tanto para Gipuzkoa como para Álava, la fuente de todos los males es la actual ley quinquenal de Aportaciones, que regula el reparto de ingresos y que lleva prorrogada desde 2011. «Su aplicación solamente ha conseguido aumentar los desequilibrios entre territorios», denuncia la Diputación, que lleva, junto a Álava, más de un año reclamando una nueva ley que el Gobierno Vasco sigue sin acabar de impulsar. Acordarla exigirá altas dosis de diplomacia. El Ejecutivo vasco y Bizkaia defienden el modelo actual y se inclinan por depurar las incorrecciones, mientras que Gipuzkoa y Álava abogan por un giro de 180 grados. En otras palabras, reducir la parte que destinan al Gobierno Vasco o el volumen que les exige el modelo recaudar. «La nueva ley tendría que equilibrar las diferencias de financiación actuales, y serán necesarios cambios sustanciales, ya que los mecanismos correctores que tiene la ley en vigor no son suficientes para corregir los desequilibros existentes», recalca Gipuzkoa, que avanza sus objetivos en la futura negociación. «La nueva ley tendría que responder entre otros criterios a procurar una política de gasto corriente global medio por habitante equitativa y solidaria entre todas las instituciones y territorios de la CAV».
La hemeroteca es cabezota. Las diputaciones recaudaron el año pasado 11.752 millones de euros, de los que Gipuzkoa, por el peso que le atribuye la Ley de Aportaciones, debía recaudar el 33,02%. En números redondos, 3.880 millones. ¿Lo hizo? No, se quedó en 3.734 (un 31,77% del total). Por tanto, a 146 millones de su teórico potencial recaudatorio. Y todo ello pese a la subida de impuestos.
Como el Gobierno Vasco no perdona su 70% para pagar los gastos comunes, tanto la Diputación como los ayuntamientos se quedan con menos recursos para gestionar. Bizkaia, en cambio, ingresó 6.220 millones, superando con un 52,9% el porcentaje del 50,75% que le otorga el modelo. La consecuencia es obvia: más dinero para gestionar.
¿Y porqué Gipuzkoa recauda tan poco? Las opiniones varían, pero muchas coinciden en señalar a a la propia estructura económica del territorio, con un elevadísimo número de pequeñas empresas. Además, en Bizkaia y Álava hay más empresas que tributan bajo régimen común, sometidas, por tanto, a un tipo de gravamen más alto. Junto a ello, las cooperativas, con mucho peso en Gipuzkoa, pagan un tipo más bajo que el general. ¿Resultado? Menos dinero para las arcas forales.
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