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Joxe Altuna, abuelo de Jokin, y detrás Sasturain, su casa. LOBO ALTUNA
Aitona y fan número uno
Pelota

Aitona y fan número uno

Joxe Altuna, de 88 años, vive ilusionado la presencia de su nieto Jokin en la final contra Olaizola II. «Ya nos gustaría que trajera la txapela, pero también hay que saber conformarse con lo que ha hecho hasta ahora»

JOSEBA LEZETA

AMEZKETA.

Domingo, 20 de mayo 2018

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Mecánico ajustador de profesión y pelotari de corazón. Joxe Altuna (Amezketa, 88 años) es el hilo conductor de la historia de una familia ligada a la pelota y que tiene en Jokin Altuna, finalista del Manomanista, a su brillante y de momento último representante. Porque el árbol no para de dar frutos. «Tengo otros tres nietos más pequeños que juegan. Los hijos de los dos remontistas. El de Imanol tiene 15 años y los dos de Garikoitz son más pequeños. ¡Vaya afición tienen!», asegura orgulloso el aitona. «Aunque el primer apellido de Jokin es Altuna, aclara que soy su abuelo materno». Porque el segundo apellido del delantero de Amezketa también es Altuna.

«Siempre he tenido mucha afición a la pelota», rememora Joxe. «Íbamos al frontón de la plaza del pueblo. La juventud se reunía allí. En aquella época no había fútbol. Lo nuestro era la pelota». Y la música. «Me gusta. Tocaba el acordeón. Pero solo en casa y entre amigos». Su hija Kontsuelo, la ama de Jokin Altuna, es profesora de piano.

Como su nieto, jugaba de delantero, «generalmente con Alberto Etxeberria de zaguero. Pero tuve otros compañeros, como Felipe Tolosa. Disputábamos partidos tanto en Amezketa como en los pueblos de alrededor: Alegia, Abaltzisketa... Sobre todo en fiestas. Iba mucha gente a vernos».

«Jugaba de delantero en Amezketa y en pueblos como Alegia y Abaltzisketa»

Joaquín Altuna y Martín Aierbe, bisabuelos de Jokin, también fueron manistas aficionados

Joxe heredó el apego a la pelota de su padre, Joaquín Altuna, bisabuelo de Jokin, de quien Joxe Mari Otermin escribe lo siguiente en un capítulo de su libro 'Amezketa, herri kirolzale baten memoriak'. «Joaquín Altuna, de Sasturain. No parece que fuera un gran pegador, pero sí muy seguro. En su juventud, Irigoien era uno de los remontistas más conocidos junto a Jesús Ábrego, 'El mago de Arroniz'. Cuentan que un día Joaquín Altuna cobró un tanto precioso de zurda y entre los espectadores alguien gritó: 'Eso, ni Irigoien'. A partir de entonces, muchos llamaron a Joaquín por ese sobrenombre».

Sasturain es la casa natal de los Altuna, próxima a la iglesia de San Bartolomé, en el barrio de Kotxeta. La familia regenta un bar que fundaron los bisabuelos de Jokin Altuna, los padres de Joxe, quien contrajo matrimonio con María Dolores Aierbe. Esta unión reforzó la vena pelotazale de la dinastía Altuna. «Martín Aierbe, mi suegro, jugaba a pelota, lo mismo que un hermano suyo, José Ramón», señala Joxe. De hecho, Otermin recoge en su obra que José Ramón recibió a finales de 1928 la invitación para disputar un partido en Barcelona. Allí fue por navidades.

Reseña en 'La Vanguardia'

Aparece incluso una reseña en el diario 'La Vanguardia'. «Se peloteó mucho y con maestría sobresaliendo Ayerbe y Lasa, que llevaron el peso del partido en sus respectivos bandos. Especialmente Ayerbe tuvo que prodigarse pues su compañero, por tener perdida la mano, apenas entraba en juego (...). Ayerbe merece un elogio sin regateos, pues resistir a Lasa sin poder contar con apenas ayuda de su compañero es algo que se sale fuera de lo corriente (...). Ganaron Lasa y Sáez a Gastesi y Ayerbe por 25 tantos a 23».

José Ramón Aierbe regresó a Barcelona en 1929 para atender a nuevas peticiones, incluida una en abril en la que coincidió sobre la cancha con Txikito de Mallabia, abuelo de Pablo Berasaluze.

Joxe, viudo en la actualidad, trasladó su pasión por la pelota a dos de sus cinco hijos, Imanol y Garikoitz, los tíos remontistas de Jokin. «Jugaban a mano, pero Imanol sufría de las manos y se decantó por el remonte en una época en la que se apreciaba más que ahora esta modalidad. Garikoitz veía a su hermano mayor y siguió sus pasos».

Alcanzaron el profesionalismo y Joxe les acompañaba en sus numerosos viajes a los frontones Galarreta de Hernani y Euskal Jai de Huarte. «No digo que fuera siempre, pero sí a menudo, sobre todo los sábados. He visto cientos de partidos de remonte. He conocido a Juan Carlos Intxauspe, a Imanol Mujika y sobre todo a Koteto Ezkurra, que ha marcado una época».

En un momento dado, Joxe, Imanol y Garikoitz encontraron un pequeño compañero de viaje. «Siendo muy pequeño, Jokin iba con nosotros en el automóvil. Venía con el bocadillo que le habían preparado en casa. Le conocen mucho en Galarreta. Incluso llegó a probar con el remonte. No lo hacía mal. Tenía calidad, pero prefirió la mano».

«Todavía hoy es el día que sigo yendo al remonte de vez en cuando», confirma Joxe, que conduce aún. «Acabo de pasar el examen y mantengo el permiso de conducir. No tengo ningún problema para ir a Tolosa o a Galarreta. Sin embargo, no me atrevo a entrar en Donostia».

El accidente de Garikoitz

La pelota le ha proporcionado muchas alegrías. Pero también un disgusto. Severo. En Nochebuena de 2009, Garikoitz Altuna recibió un pelotazo en el ojo mientras disputaba un partido en Galarreta. «Estaba en el frontón y acompañé a mi hijo al hospital. En casa ya habían preparado la cena. Dejaron todo y se desplazaron a Donostia. Los médicos ingresaron a Garikoitz».

Perdió parte de la visión en uno de sus ojos, lo que le obligó a la retirada «cuando mejor estaba. Era la época en la que la empresa le puso las combinaciones más fuertes de su carrera. Una pena». Altuna II colgó el remonte a los 34 años.

Ahora, Jokin Altuna, su nieto, es el reclamo perfecto para seguir acudiendo al frontón. Joxe reconoce que «me encanta ir. Si puedo o me lleva algún familiar, allá voy. Si no se puede, me quedo delante del televisor».

Así, ha asistido en directo a las tres eliminatorias del Manomanista de Altuna III. «Estuve en el Astelena de Eibar el día que jugó contra Julen Retegi. También en la eliminatoria contra Urrutikoetxea en el Atano III y el pasado domingo fui a Bilbao para ver su semifinal contra Ezkurdia. ¿Su mejor partido? Ha cumplido en los tres».

Añade que «no creía que se clasificaría para la final, pero siempre he tenido esperanzas. No soy el más idóneo para hablar de mi nieto, pero tengo que decir que se cuida mucho. No fuma, no bebe, vigila la alimentación y se prepara a tope. Y tiene mucha afición a la pelota».

Un chaval de Sasturain va a disputar el próximo domingo en Bilbao, ante todo un Olaizola II, la final del Manomanista, lo que enorgullece a un hombre que ha tenido la fortuna de ver jugar incluso a «Atano III. Sí, lo vi. Creo que en Donostia. Por supuesto, también a Miguel Gallastegi, con quien he coincidido bastantes veces en Galarreta. Y a Miguel Soroa. Era habitual en el Beotibar y vino a jugar a Amezketa».

Si gana la txapela, el apellido Altuna aparecerá junto a esas figuras en el palmarés del Manomanista. «Ya nos gustaría», confiesa. «Pero también hay que saber conformarse con lo que ha hecho. No se puede ganar siempre. Posee calidad, le veo bien físicamente, sabe defender y posee una buena zurda. Es completo y joven. Tiene solo 22 años».

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