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Martes, 30 de mayo 2017, 07:39
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Asier Gartzia volvió a ejercer de botillero de Oinatz Bengoetxea. Sufrió tanto o más desde la silla que su primo en la cancha. «Oinatz cuajó un partido muy completo, muy bueno ante un gran rival como Irribarria que por algo llegaba al frontón Bizkaia como el campeón más joven de la historia del Manomanista. Es imposible jugar más a pelota de lo que lo ha hecho Oinatz con la diferencia de pegada que hay entre ambos. Su partido fue inmejorable. Supo desestabilizar poco a poco a Irribarria, que también tuvo la txapela a tiro. La final se decidió por pequeños detalles».
La estrategia que tenían preparada de antemano dio el resultado esperado. «Tuvimos que utilizar ciertos recursos en momentos adecuados y el resultado estuvo ahí. Todos los que estamos cerca de la pelota sabemos que sacar adelante una final ante un pelotari del poder de Irribarria era muy complicado, pero el despliegue físico y mental que hizo Oinatz fue increíble. Estuvo siempre atento para frenar la pegada de Irribarria entrando de sotamano».
A su juicio, «Oinatz supo sujetarle, enredarle, jugarle a los pies. Se enganchó al partido cuando peor lo estaba pasando. Tomamos decisiones en un momento crítico, cuando peor estaba el partido para nuestros intereses, pero Oinatz aguantó el tipo. Todo salió bien y es para estar contentos. Fue una txapela muy merecida y muy perseguida. Nos gustaría prolongar esta racha todo lo posible».
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