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TITO IRAZUSTA
Sábado, 6 de febrero 2016, 09:12
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El Hernani Club Rugby Elkartea ha cumplido cincuenta años desde su nacimiento y siempre ha sido una referencia su actual presidente, Juantxo Rodríguez (1952), con el que repasamos la vida de un club especial. Además de cuidar a sus jugadores está siempre pendiente del cielo, porque las lluvias y los desbordes del río Urumea convierten su campo de Landare en una referencia inmediata de las inundaciones. De hecho, no hay día que Juantxo se salve de estar pendiente de las previsiones meteorológicas y de la presa del Añarbe.
- ¿Hay algo que hacer o hay que resignarse a las crecidas del Urumea?
- Hemos tenido una reunión con el C. D. Hernani, al que esto también le afecta en su campo de Zubipe, que está contiguo al nuestro, para crear un grupo de trabajo y saber lo que se está haciendo y lo que se va a hacer. Seguir así eternamente es un problema gordo. Cuando no estaba URA fue la Hidrográfica del Norte la que quitó mucho terreno, para la curva, para construcciones como el tren de alta velocidad y las autovías... No recuerdo que se haya dragado el río, sólo limpian por encima porque hay puntos que son un basurero y es vergonzoso verlo. Entendemos que es más importante salvaguardar empresas, bienes, comercios, bajos y garajes y que lo nuestro no deja de ser una pataleta de tres meses, pero detrás tenemos una masa social muy importante como para que nos tengan en cuenta. El problema no es jugar los partidos, porque podemos buscar que nos dejen un campo, sino que es entrenar.
- Cincuenta años del club.
- Llevo aquí los cincuenta años del club, porque empecé a los once como jugador, incluso antes ya jugaba cuando venía de vacaciones desde donde vivía en Francia a casa de la amona. Veía el rugby por la tele y me gustaba su reglamento. Recuerdo en el 63 a gente como Crespo, Joaquín Goikoetxea, Tomás Molina y toda esa cuadrilla jugando con un balón rojo a baloncesto debajo del puente de Orbegozo. Cuando vinimos a vivir en el 65 a Hernani coincidió con la creación del club de rugby, que era el segundo club de Gipuzkoa, después del Atlético de San Sebastián. Fue Adolfo Almiral el que importó este deporte. Primero en el Atlético, Hernani y luego Martutene, Baskonia... y otros que apostaban por él también.
- ¿Un nacimiento en precario?
- Y tanto. Jugando en Karrero o donde hiciera falta. Nos gustó el rugby, aunque es verdad que para verlo tuvimos que traer una televisión de Francia y con Txokolo Adarraga, otro enamorado de este deporte, veíamos algún partido en blanco y negro y con rayas. Con aquel comentarista eterno, Celso Vázquez, que más que de rugby hablaba de las profesiones de los jugadores, que si un bombero, un policía o un médico... pero de lo que era el deporte, nada.
- Y usted bien joven.
- Pues sí. Era el mimado, porque jugaba con compañeros tres o cuatro años mayores. Siempre jugué con los mayores y luego al revés, era yo el mayor con los jóvenes que también iban viniendo. Lo dejé a los 35 años. Mucho tiempo dando patadas al balón ovalado.
- Y se quedó como presidente.
- Debía agradecimiento al rugby y a la gente que trabajó tanto para poner en marcha el club desinteresadamente. No conozco un portal en el que en todas las casas haya habido alguien que juegue al rugby, como en el que yo vivía en la calle Ispizua de Hernani. Desde arriba hasta abajo todos hemos practicado este deporte, en los cinco pisos. Los Apezetxea, Ezponda... Algo atípico pero que te empujaba a estar metido dentro. Lo bonito de jugar también era viajar, quince horas de bus hasta Granada, por ejemplo, era todo una aventura. Hoy está más fácil, pero disfrutábamos mucho aquel ambientillo.
- ¿Ha sido una trayectoria de altos y bajos en tantos años?
- Por supuesto. Tuvimos un momento en que se nos rompió el proceso generacional, cuando expulsamos del club a un entrenador y se fue con él prácticamente el 80% de la plantilla juvenil al Atlético de San Sebastián. Luego les pasó lo mismo a ellos cuando salió el Bera Bera.
- ¿Pero eso no choca con la camaradería que preside este deporte?
- Nunca faltan los debates de la pertenencia de los jugadores a un club o a otro. Son cosas que el tiempo va solucionando. No es bueno que esté el mismo entrenador muchos años seguidos en categorías inferiores porque al final parece que son sus jugadores y es difícil luego decirles que tienen que quedarse con otro entrenador con el que no han trabajado. Ahí rompimos una generación y, además, el rugby se ha ido profesionalizando también, aunque no sea el caso del Hernani. Hoy, en Segunda y hasta en Tercera tienes equipos con jugadores profesionales, algo que en este club no nos podemos permitir y eso que estamos en la División de Honor.
- ¿Siempre gente de casa?
- No siempre, porque hemos tenido a Jones... que ha vuelto, después de que estuviera primero de Erasmus, pero le encantó y acabó luego la carrera y encontró trabajo aquí, así que ha empezado a jugar de nuevo, con la mala fortuna de haberse lesionado en el primer partido. Tuvimos la época de Xixo Zabaleta, también Martín Zabaleta fue preparador físico, Ramón Aberastury fue un americano que vino a estudiar y jugó con nosotros. También vinieron varios franceses. Pero no podemos pagar a los jugadores, incluso al revés, les exigimos que hagan cuatro o cinco actividades que beneficien al club.
- ¿Mantener esa filosofía es el secreto de este club?
- Tenemos un gran grupo de trabajo. Llevamos muchos años aquí y hay personas que van y vienen en función de sus posibilidades y conseguimos un ambiente importante. Es difícil que en cincuenta años todos estén de acuerdo con lo que hacemos, pero la mayoría de los que estamos en la casa pensamos parecido. Incluso aquellas diferencias con otros clubes quedaron atrás y la relación entre los clubes guipuzcoanos es estupenda.
- Hablemos del último ascenso.
- Fue por la vía más larga y cuando quizá menos se esperaba. Jugamos con Alcobendas, en la última opción de repesca. Ellos fueron los últimos de la División de Honor y tenían mucha experiencia. Les ganamos por un apretado 19-18 en Landare y en un día de lluvia y mucho barro en Madrid vencimos también 6-8 y logramos el ansiado ascenso a la máxima categoría.
- Tuvo que ser una explosión de júbilo para todos.
- Imagina cuál fue la alegría. A los dos capitanes que iban a hablar luego en la Plaza de Hernani les dije que se controlaran un poco, porque estábamos de un eufórico subido. Era normal, porque después de mucho intentarlo por fin conseguimos estar arriba. Ese día hubo hasta un cuarto tiempo.
- ¿Y Polidori de entrenador?
- Por tradición hemos tenido mucha ayuda de la gente de Iparralde, donde el rugby es un deporte muy habitual. Lo normal era que jugadores que lo dejaban, como Traman, luego entrenaran. Pero con ese plan tampoco podíamos progresar demasiado, hasta que vino Guy Glottin, un jugador del San Juan de Luz de la época gloriosa, que fue muy importante para nosotros. También Ablin Lhoste, con el que ascendimos a Segunda y nos puso en el buen camino, además de los entrenadores de casa, porque Iñaki Quesada fue un punto de inflexión necesario. Entonces fue cuando Kote Olaizola formó Korsarioak y Patrick Polidori, que era jugador del Bera Bera, fue el seleccionador con varios del Hernani también, Jokin Esnal, Apezetxea, Genua, Etxebe y unos cuantos con los que hicieron buenas amistades. Luego vino aquí. Su primer año fue interesante y nos dijo que le gustaba entrenar al Hernani, porque había tanta gente buena y tantas cosas por hacer que merecía la pena. Consiguió, rodeado con gente como Ion Iraola e Intxeta, levantar el ánimo de la tropa y, además, es mago más que entrenador, porque pase lo que pase, aunque tengamos lesionados, toca una varita en el juvenil y consigue que se acoplen de maravilla. Nos consta que ha tenido ofertas de otros lados, pero ya vive en Donostia y Tati Garmendia, con la que tiene dos hijos, le tiene 'atado' aquí, para tranquilidad nuestra, porque sabe lo que tiene entre manos y hace estupendamente su trabajo.
- ¿La División de Honor es el sitio del Hernani?
- Yo creo que se trata de demostrar lo que se puede hacer con el trabajo de toda la plantilla que hemos tenido en los cuatro años. Por supuesto que tenemos nuestras cosillas, pero la nuestra es una gran familia. Nosotros no damos dinero a los jugadores, pero tenemos que hacer lo posible por tenerlos bien cuidados, porque son personas de una envergadura enorme y qué menos que estén bien cuidados. Intentamos mimarlos dentro de nuestras posibilidades.
-¿De dónde llegan los ingresos para cuadrar cifras?
- Estamos con Kirolgi, además de recibir una subvención municipal, porque nosotros pagamos el agua, la energía y esos gastos necesarios. Nos repatea tener que pagar el agua cuando son precisamente las inundaciones las que nos traen a mal traer. Estamos cerca de doscientos socios que son el sustento del club, con el añadido de la publicidad. Con todo ello intentamos cubrir los presupuestos.
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