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A sus 66 años, Javier no para de surfear. A los veinte años ganó el primer campeonato de España y el surf y el esquí siguen siendo sus pasiones.
Javier Arteche: «Llegamos al surf por una foto, sin saber nada más»
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Javier Arteche: «Llegamos al surf por una foto, sin saber nada más»

La familia Arteche trajo este deporte a Gipuzkoa y Javier ganó el primer campeonato de España en Zarautz. Lleva 52 años surfeando

TITO IRAZUSTA

Sábado, 28 de noviembre 2015, 09:21

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El surf es un deporte que ha cogido arraigo entre nosotros. Se puede decir que es de los más modernos, porque su implantación en Gipuzkoa no va más allá de los años sesenta. En concreto fue la familia Arteche la que en 1964 empezó a practicarlo en las playas donostiarras, ante la mirada atónita de los bañistas que no entendían lo que querían hacer aquellos hombres sobre unas tablas largas y pesadas.

Pero aquel comienzo abrió un camino para este deporte ya muy habitual en nuestra costa. Cada día son más sofisticados los medios para mejorarlo. Javier Arteche, uno de los cuatro hermanos de la familia, hijos del ilustre hombre de letras, José de Arteche, logró el primer campeonato de España que se disputó en las aguas de Zarautz, donde el surf también se practica mucho.

Vive con su esposa María José, que regenta el conocido establecimiento de ropa Rodríguez y tiene cuatro hijos, Miren, Ane, Maialen y Joxe. Con Javier, quisimos tener la entrevista que nos permitiera conocer el nacimiento de esta modalidad tan espectacular y que tiene cada vez más adeptos.

No fue profesional del surf, su hermano si que construyó tablas, porque Javier ha tenido una vida intensa y puestos de responsabilidad en varias empresas. Traté, en definitiva, de conocer cómo, procedentes del esquí, pensaron que se podía seguir la estala contemplada en revistas de otros países y también esquiar sobre las olas.

- Hola Javier. ¿Cómo vive?

- Estupendamente, ya jubilado, pero pese a tener 66 años con un espíritu muy deportivo y surfeando lo más que puedo.

- Toda la vida en ello...

- Si, soy un enamorado del esquí y me planteo la vida en dos franjas, hasta diciembre en el mar y entonces en la nieve. Ahora que ya no trabajo lo puedo hacer y cuando estaba activo en mi profesión, me tenía que ceñir más que nada a los fines de semana para hacer los baños de surf o el esquí, aunque también he practicado otros deportes...

- ¿Donostiarra?

- Por supuesto, del barrio de Gros, de la calle Miracruz.

- ¿Quizás le influyó Zurriola, que siempre se dijo que era la mejor playa para surfear?

- Lo primero que hicimos en el agua fue en la playa de Gros, pero estaba considerada altamente peligrosa y si unimos su polución, porque era una especie de cloaca con los residuos que venían del matadero de Mompás y de las fábricas papeleras a la cuenca del Urumea... Teníamos follones con los socorristas, que nos prohibían hacer surf y la alternativa era ir a Zarautz o quedarnos en La Concha, donde también lo prohibían, pero a las diez de la mañana, así que madrugábamos y a las ocho, con los seminaristas que también se bañaban a esas hora, llegábamos con nuestras enormes tablas a disfrutar.

- Diferente a lo actual...

- Totalmente. No tiene nada que ver, porque lo nuestro se podía decir que fue inventar el surf, no sabíamos ni que había que coger las olas sin reventar, tampoco que había que poner parafina en las tablas... No sabíamos nada.

- ¿Entonces qué quisieron descubrir?

- El mérito total de que nos echáramos al agua fue de mi hermano Iñaki, que ahora tiene 82 años y era un esquiador espectacular, monitor de la escuela de montaña, pintor y escultor a la vez y buscó en los orígenes una alternativa al esquí, porque desde marzo a diciembre pasaban muchos meses sin nieve para esquiar y topó con la revista Live, en la que aparecía una chica espectacular con una tabla grande de unos tres metros y a partir de las medidas que aparecían en el Reader's Digest, se fabricó una tabla.

- Imagino cómo sería aquella primera tabla...

- Pues fue innovadora para aquellos tiempos, porque la hizo con espuma de polistireno, normalmente se hacen con espuma de poliuretano, e Iñaki la fabricó más ligera. Se decía que la tabla tenía que pesar del orden de los quince kilos y a pesar de todo lo que le ponía, la tabla no le subía de los diez kilos... Era roja y muy bonita y con ella empezó a surfear...

- ¿Fueron los primeros?

- Se hizo un estudio La primera ola, según la cual el primero en España debió ser José Cueto, ya fallecido y después venimos los Arteche, Iñaki por delante.

- Hablamos de 1964...

- Si, eso es. Somos cuatro hermanos, uno, Agustín, es sacerdote y los otros tres, Iñaki, José Mari y yo nos enfrascamos en el surf. Iñaki, que además es mi padrino, fue el que me inculcó a practicar todas las modalidades en que me he metido. Me enseñó a nadar y me introdujo en el surf entonces.

- Menuda imagen, con aquellas tablas que nadie sabía para lo que valían, camino de las playas... ¿Se sentirían muy observados no?

- No se lo que pensaría la gente, pero si te digo que nos lanzaban miradas extrañas, de curiosidad les parecíamos unos extraterrestres... Tablas de doce kilos de tres metros cada una... En el kilómetro que hay desde Miracruz a La Concha, agarrando dos por delante y dos por detrás y toda una atracción para los que nos cruzábamos en el camino.

- Y también a Zarautz...

- Sin duda, pero vaya problemas con las tablas en el tren. Teníamos un vínculo familiar en Zarautz e íbamos en el tren, desde Amara. Los factores no nos dejaban facturar las tablas y lo conseguimos poniéndolas en el furgón de cola, aunque cuando llegábamos a Zarautz, a correr a por ellas antes de que el tren se pusiera en marcha de nuevo. En fin, aventuras necesarias para hacer lo que nos gustaba.

- Estudiaba empresariales...

- Es verdad, yo enfoqué mi vida por los estudios y luego pude ser director general de tres empresas importantes, hasta que me jubilé en Patricio Echeberria. La tesina de la carrera la hice sobre el negocio del surf, que entonces no lo había, pero bueno, estaba muy envenenado por este deporte nuevo que no se lo que pensaron los profesores, pero un poco de vergüenza si me dio. Fue otra aventura más. Compré un libro americano que hablaba de ello y en la mili me dediqué a escribir la tesina. Me salió bonita, pero mi vida no fue por ahí, aunque tenía mi tallercito para hacer mis propias tablas, pero nunca di el paso de vivir de ello, como hicieron otros compañeros. Para mi fue una pasión, pero controlada.

- Sin dejarlo nunca...

- Pues no, porque llevo 52 años seguidos sin dejar uno, buscaba huecos en mi trabajo, porque estuve trabajando once años en Bilbao y nueve en Vitoria, ida y vuelta a diario y sólo me dejaban tiempo para practicar el fin de semana. Incluso estando en la mili gané el campeonato de Gipuzkoa.

- Y llegamos a la explosión definitiva del surf. ¿A qué lo achaca?

- Mi hermano Iñaki vio negocio en el tema, pero fue un adelantado a su época. Hizo las primeras tablas que vendió en Deportes Elizondo, y en Mariano Larrandia, pero en aquel momento no iba... Creo que ha habido gente en el surf, como Marian Azpiroz, su hermano Miguel o Iñigo Letamendia, que han hecho cosas muy buenas, trajeron campeonatos Pukas, pruebas del campeonato del mundo y poco a poco todo ha ido creciendo y hoy en día el número de practicantes es muy alto... Hasta demasiado.

- ¿Por qué lo dice?

- El tamaño de las playas es el que es y a más masificación surgen más conflictos porque la ola no se comparte. Tiene prioridad el que está junto a la rompiente y siempre puede suceder que alguien se te tire delante y eso provoca mucho malestar en el surfista, ese tipo de conflictos cada vez son más habituales. Es ley de vida, no se cómo se puede evitar... En el surf se pasa miedo, bastante miedo a veces y aunque cada uno tiene un umbral del miedo diferente, a partir de olas de dos metros y medio te da un cierto reparo entrar porque hay que tener en cuenta la fuerza que tiene el mar. Hay surfistas tamañeros, pero en olas grandes te puede entrar el pánico.

- Pero usted no para...

- No. Entro unas tres veces por semana, unos ciento veinte baños al año. Hago de abril a diciembre, cambio el chip y me voy a esquiar. También encuentro tiempo para la bicicleta de montaña y corro para mantenerme en forma. Pero lo mío es surfear y soy asiduo de la playa de Zarautz, porque por las mañanas está menos masificada que en Gros, donde hay overbooking.

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