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Sergio Rico celebra uno de los goles del Sevilla.
El Barça se lleva otro palo
7ª jornada

El Barça se lleva otro palo

Emery rompe el maleficio y el campeón, tras encajar dos goles en cinco minutos, cae ante el Sevilla

CRISTIAN REINO

Sábado, 3 de octubre 2015, 02:00

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El maleficio que perseguía a Unai Emery contra el Barça empezaba a tener tintes dramáticos. Ni con el Almería, el Valencia, el Spartak de Moscú ni el Sevilla. El guipuzcoano siempre tropezaba con la misma piedra. Cuando se enfrentaba al Barça, siempre tenía que inclinar la cabeza. Veintiún duelos después, el técnico sevillista vio la luz y al fin pudo derrotar al equipo azulgrana. Lo hizo en un choque eléctrico, vibrante, muy físico. Un partidazo que no tuvo mucho fútbol y que ganó el que más acertado estuvo ante la portería contraria.

Todo se resolvió en la segunda mitad: nada más salir del vestuario, el cuadro catalán tuvo una especie de empanada, que le duró diez minutos, que fue su tumba. Sufrió una pájara o más bien se vio sorprendido con una reanudación fulgurante del Sevilla, que salió al cuello, a tumba abierta, y desarboló al Barça, al que pilló con el pie cambiado, sin saber modificar el ritmo. Los azulgrana se encontraron con dos goles en contra en cinco minutos y aunque luego mejoraron, y mostraron orgullo para ir a por el empate, ya no pudieron remontar. En este caso no fue ni por falta de actitud, ni por culpa de las bajas, sino que si el Barça perdió fue por el despiste pasajero y porque sus delanteros no tuvieron su tarde. Se estrellaron contra Sergio Rico y contra los palos, que esta vez se aliaron con Emery para romper su particular gafe con los blaugranas. Para el Barça supuso una derrota dolorosa, la segunda en siete partidos, la segunda fuera de casa, tras la de Vigo, lo que enciende algunas alarmas en Can Barça, sobre todo en defensa.

Con el precedente de la Supercopa europea, en la que el Sevilla remontó un 4-1, para luego acabar muriendo en la orilla, Luis Enrique esperaba un choque de altura y para avisar a los suyos en la previa desenterró el hacha de guerra. Preveía un duelo físico y por ello apostó por un once lleno de músculo, consciente de que los choques en el Sánchez Pizjuán no se ganan con florituras. Las bajas de Iniesta y Messi obligaron al técnico asturiano a hacer cambios de calado. Para compensar la falta de magia, buscó presencia en el centro del campo con la inclusión de Mascherano en el eje de la creación y casi por primera vez actuó con un trivote formado por Busquets, Mascherano y Rakitic. El croata tenía más libertad de movimientos y fue el hombre enlace con los tres de arriba: Neymar, Suárez y Munir.

Sin Iniesta, ni Messi, el Barça fue más directo. Suárez fue el que gozó de más ocasiones en la primera mitad, pero unas veces la falta de acierto y otras el larguero o Rico, frustraron los intentos del charrúa. La más clara para los azulgrana, en cualquier caso, la tuvo Neymar. En el minuto 24 lanzó una falta perfecta, el palo repelió la pelota, que tocó en Rico, volvió a rebotar en el poste y luego se paseó por toda la línea de portería sin que Piqué, que estaba cerca, pudiera empujarla para hacer el primero. Esa jugada fue una metáfora del partido de los culés.

El Sevilla, por su parte, que también acudía lastrado por las bajas y en una situación muy delicada en los últimos puestos de la clasificación, contrarrestaba, sobre todo a balón parado. Gameiro tuvo un par de buenas ocasiones, pero en ambas se estrelló contra Bravo, que volvió de la lesión y recuperó la titularidad.

En la segunda mitad el panorama dio un vuelco en cuanto Gil Manzano pitó el inicio. Emery lanzó a su flechas, adelantó las líneas y el cambio de velocidad sorprendió al centro del campo y a la defensa azulgrana, que aún seguía al trote. Gameiro y Vitolo salieron desatados y su salida en tromba fue el as en la manga que se guardaba Emery para romper el maleficio. El delantero francés se emparejó a Mathieu, se le fue en carrera, ganó la línea de fondo y asistió a Krohn-Dehli, que llegaba solo en el segundo palo sin que nadie del centro del campo cogiera su marca. Cinco minutos después, quien lanzó la asistencia fue el futbolista danés. Mathieu tiró mal el fuera de juego y dejó solo a Iborra, que peinó de cabeza el segundo.

En cinco minutos el Sevilla había roto la baraja y el Barça no sabía cómo salir del entuerto. Luis Enrique movió el banquillo. Saltaron Sandro y Alves, el Sevilla se retrasó para cuidar a su portero y cedió el control y el terreno a los blaugranas. Con 2-0 emergió la figura de Neymar, a quien se le pide que dé un paso adelante ante la falta de Messi. El brasileño no se escondió, pidió la pelota y de sus botas salió lo mejor que hizo el cuadro catalán en el Pizjuán. A falta de un cuarto de hora, un remate de Sandro se estrelló en las manos de Tremoulinas y el colegiado pitó penalti. Neymar acertó y dio paso a un final de infarto, en el que el Barça pudo empatar, porque Sandro tuvo una ocasión muy clara, pero que se topó otra vez con el poste. A la desesperada, los azulgrana crearon peligro, aunque ya era tarde y, sobre todo, no era su tarde.

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