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Andre Iguodala, alero de los Warriors.
A propósito de Andre
final

A propósito de Andre

Iguodala ha sido elegido mejor jugador de las finales con un rol muy sacrificado y, sobre todo, defensivo

álvaro vilches

Miércoles, 17 de junio 2015, 18:39

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«Tenemos un equipo lleno de gente que cree. Dios tiene un propósito para todos y yo he aceptado el mío». Andre Iguodala recibió el premio al Jugador Más Valioso (MVP) de las finales con su hijo a su lado y haciendo gala de un discurso marcadamente de equipo y discreto. Cualquier otra cosa no se habría entendido en un jugador que ha dejado ver esas dos cualidades en cada una de sus acciones.

Iggy ha logrado ser el hombre más importante de un conjunto campeón siendo suplente en la mitad de los partidos de las finales. La cruda estadística del de Illinois no hace justicia a su relevancia en los seis encuentros entre Cavaliers y Warriors, en los que ha promediado 16,3 puntos, 5,8 rebotes y 4 asistencias. Buenos números para un jugador que no había aparecido de inicio en ningún partido de temporada regular, pero que en la serie ante los Cavs ha estado en cancha 37 minutos por noche.

El propósito del Iguodala de la temporada 2014-2015 estaba muy alejado de lo que el jugador de los Warriors tenía en mente cuando comenzó a despuntar. El triunfo del 9 de los californianos es el triunfo de ese concepto tan abstracto y casi imprescindible en un equipo campeón: el del glue guy, el hombre que hace equipo, que aporta en defensa y que aparece cuando el equipo lo necesita en ataque. El éxito reciente de estos jugadores se puede ver en los dos últimos MVP de las finales, el propio Iguodala y Kawhi Leonard. La labor de ambos ha consistido en ser cerebrales, implicar al resto de su equipo y la titánica tarea de frenar a LeBron James.

El de James es seguramente el otro gran nombre de la final. El alero de Akron ha logrado un nuevo récord al convertirse en el primer jugador en la historia en ser máximo anotador, reboteador y asistente de unas finales. Sus números tras seis partidos son descomunales: 35,8 puntos, 13,3 rebotes y 8,8 asistencias. La importancia de LeBron es tal que los equipos con aspiraciones a ganar el campeonato tienen que tener en sus filas a un hombre que pueda, si es que es siquiera posible, frenarle. Los dos últimos jugadores que han tratado de minimizar el impacto del 23 de los Cavaliers en unas finales han sido después elegidos MVP.

Reinventarse

El triunfo de Iguodala es también el de la reinvención y las segundas oportunidades. Se dice comúnmente que los mejores años de Michael Jordan llegaron cuando Air no hacía gala de la exuberancia física de sus primeras temporadas. Según avanzó su carrera, Jordan corría menos y pensaba más y lo que perdió en lo físico lo ganó en paciencia y experiencia. Algo parecido ha sucedido con el alero de los Warriors; a sus 31 años, y con 10 campañas a sus espaldas, su cuerpo ha ido perdiendo poco a poco explosividad, pero por el camino ha mejorado ostensiblemente su lanzamiento, su defensa y su lectura de los partidos.

El hombre al que en sus inicios en la NBA comparaban con Scottie Pippen supo vestir más que dignamente la etiqueta del eterno escudero de Jordan. En el caso de Iguodala, su labor fue acompañar a un Stephen Curry sobresaliente en algunos momentos de la final, aunque algo más inconsistente de lo que había estado el resto de la temporada. Al recibir el premio, Iggy tuvo palabras de cariño para la principal estrella de su equipo: «De mayor quiere ser como Steph». Declaraciones sinceras de un jugador humilde y que encontró su mejor juego desde la sombra. Ahí estaba escondido, aunque nadie lo imaginara, el propósito de Andre.

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