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«En la televisión buscan modelos»

«En la televisión buscan modelos»

Sara Miquel interpreta a la malvada Cayetana de 'Acacias 38', la serie diaria de tarde de TVE. «Entiendo la ira que siente mi personaje»

MIGUEL ÁNGEL ALFONSO

Lunes, 4 de mayo 2015, 08:50

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Rara es la comunidad que se libra de tener entre sus vecinos a alguno que desee el mal al resto. El barrio burgués del finales del siglo XIX de 'Acacias 38', la serie que emite TVE de lunes a viernes a partir de las 16.30 horas, no podía ser la excepción. Sara Miquel (Figueres, Barcelona, 30 años) interpreta a Cayetana, una señora casada con un médico que tiene un lío amoroso con la criada (Sheyla Fariña). «Tengo la víscera de Cayetana pero no las formas».

¡Menuda es esta mujer!

Siempre tiene ese punto de aguante que le impide estallar, algo que estaría muy mal visto en una mujer de su clase.

Se le pone todo en contra.

Su máxima es el equilibrio. Todo tiene que estar en su sitio, su marido, su casa, todo limpito... Le gusta mantener las apariencias. Pero cuando aparece el personaje de Manuela (Sheyla Fariña) se va a romper, la va a destabilizar.

Va a ir a degüello.

Sin ningún tipo de complacencia, pasándoselo bien además (risas). Cualquier persona metida en unas circunstancias así puede llegar a hacer cosas muy malas. Yo creo en buenos y malos, y Cayetana está en una situación que le ha obligado a sacar lo peor que tiene dentro. Como actriz no la defiendo, pero la entiendo porque esa ira la podría llegar a sentir yo.

¿Se identifica con ella?

Queda mal que lo diga pero sí, yo no soy una persona mala pero entiendo esa territorialidad que tiene Cayetana de defender lo suyo y como alguien lo toque... ¡la vamos a tener! Lo que sucede es que las herramientas que usa ella para hacer daño son tremendas, hasta el punto que se divierte haciendo daño.

¿Cómo lleva el rodaje?

Cayetana es muy pesada y egocéntrica, para decir lo que quiere necesita cuatro párrafos (risas). En todas las secuencias soy la que más habla aunque haya diez personajes. Vas cogiendo el ritmo pero a veces se cruzan los cables.

¿Cuánto tiempo tarda en vestirse?

Tengo amor odio con mi estilismo, me parece espectacular y precioso pero es una carga añadida a las horas que paso en el rodaje. No es lo mismo ir vestida de criada, sin tacón, sin corsé o sin cuello alto, que de señora con el tocado alto y veinticinco horquillas en el pelo. El vestuario da empaque pero hay cosas que no puedes hacer, te cuesta moverte. Yo en mi vida soy mucho más barriobajera, una choni (risas). Siempre digo que tengo la víscera de Cayetana pero no las formas.

¿Sigue con el personaje cuando acaban de rodar?

A veces nos reímos porque cada uno tiene un poquito de su personaje. Yo, por ejemplo, soy muy seca y puedo parecer borde aunque soy muy buena persona. Igual que Casilda (Marita Zafra), que es muy inocente todo el rato. Tenemos la energía del personaje.

¿Y al llegar a casa?

A veces llego y me sorprendo porque mantengo el tono de la serie. ¡Menos mal que vivo sola con mi perro! (risas).

¿Teme la reacción de la gente?

Creo que me transforman tanto que será complicado identificarme por la calle, a no ser que se trate de alguien que sea un gran fan. Yo soy poco reconocible por cómo visto normalmente.

¿Cuánto le preocupan las audiencias?

A mí me ponen nerviosa las cosas que están en mis manos, como el rodaje de una secuencia por ejemplo. Estoy haciendo lo mejor que puedo mi trabajo y los factores externos ya no dependen de mí.

¿Es la primera serie de época que hace?

Y la primera diaria también. Empecé siendo bailarina antes que actriz y estaba estudiando dirección de cine.

¿Le gustaría dirigir?

Me encantaría, pero ahora mismo no tengo tiempo porque esta serie no me lo permite. Mi pasión es ser actriz pero me apetece estar detrás de la cámara.

¿Qué momento atraviesa la profesión?

- Muchas veces no te cogen si no eres una cara conocida o una muñeca. Y lo digo así porque quiero que se diga. El canon estético que hay ahora mismo con las mujeres en televisión es muy estricto. No solo tienes que ser guapa, tienes que ser modelo y hablar. Me llegó a tocar en mi autoestima y pensé en saltar a la dirección.

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