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Uno creía que el progreso consistía en rebelarse contra la ignorancia, en iluminar las zonas de oscuridad, en desterrar las supersticiones y en sustituirlas por conocimiento. Uno creía que la cultura contemporánea celebraría el descomunal esfuerzo invertido por generaciones de hombres y mujeres en dejar atrás la postración que conlleva la ignorancia y erguirse sobre la ciencia por encima de la creencia. Pues bien: bajo el título de ‘Cale, cale, cale!, caale!!!’, Tabakalera inaugura una exposición que festeja por todo lo alto el tarot, los sortilegios agrícolas, el pensamiento mágico y las supercherías rurales. Una muestra cuyo citado epígrafe evoca los conjuros de un campesino del sur del Italia contra los malos espíritus de las tormentas que amenazan las cosechas. El propio comisario de la exposición lo dijo sin tapujos: «No podemos saberlo todo», palabras que suscribirían a ciegas mesías y clérigos de cualquier confesión religiosa para advertirnos contra la soberbia de la Razón. Hay incluso una obra que recrea la inexistente facultad de mover objetos con la fuerza de la mente, ante la que uno no puede evitar el recuerdo del escritor Kurt Vonnegut: «Que levante mi mano quien crea en la telequinesis». De la otra muestra, ‘Hot Iron Marginalia’, lo mejor que se puede decir es que al menos se arriesga a fondo en su empeño, por más que el resultado final luzca un tanto deshilachado, como no podía ser de otra forma en un intento de poner en conexión las iglesias románicas catalanas, su legado artístico, los grafitis que decoraron sus muros, el fútbol americano, y la página 69 -en ingles y castellano- de la novela ‘Hotel Savoy’, del escritor austríaco Joseph Roth.

Entiendo la resaca de la borrachera tecnológica, pero si la alternativa es el retorno a las penumbras medievales y la conversión de la cultura contemporánea en el penúltimo refugio del discurso retrógrado vinculado a la naturaleza -una corriente de pensamiento que en política anida en la entraña de la reacción- casi prefiero avanzar entre pantallas luminosas. Todo esto, por supuesto, es sólo una opinión. Dijeron que querían fomentar el pensamiento crítico. Pues hasta aquí llega el mío, que en ningún caso sustituye a la experiencia directa de la visita.

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