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Jugando con Bobby McFerrin

Jugando con Bobby McFerrin

El músico neoyorquino ha llenado la Plaza de la Trinidad con una propuesta de su personal revisión de los espirituales negros

Ana Burgueño

Viernes, 25 de julio 2014, 02:38

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Bobby McFerrin ha visitado hoy por cuarta vez el Festival de Jazz de San Sebastián y lo ha hecho con una propuesta bien diferente a las anteriores, la de su personal revisión de los espirituales negros, con la que tampoco ha tenido problemas para ganarse la complicidad del público.

El músico neoyorquino ha llenado la Plaza de la Trinidad, un espacio recogido y apto para el juego, no sólo el que nace de su prodigiosa capacidad vocal, sino el que le conecta con sus músicos y el que utiliza para trasladar continuos guiños a sus seguidores.

Una audiencia de la que han surgido tres espontáneos, los tres hombres, que han tratado de seguir las peripecias vocales de McFerrin con mayor y menor éxito, aunque sólo uno se ha decidido a subir al escenario y, tras algún titubeo, ha dado un abrazo al músico, al que también ha regalado un disco.

Y una audiencia a la que el cantante se ha acercado después, cuando arreciaba el segundo chaparrón de la noche, con lo que se ha convertido probablemente en la segunda estrella que más se ha mojado en un Jazzaldia , pues el lugar de honor lo ocupa esa Cindy Lauper que acabó empapada en el monumental diluvio que cayó en la clausura de la edición de 2011.

"Joshua" era una de las primeras canciones de la velada, con la que ha recuperado los sonidos que se hunden en las raíces de la música negra.

McFerrin ha cantado también "Wade", clásicos como "Whole world" y blues como "Fix me Jesus", además de "Jesus makes it good", la única que lo ha hecho sentado al piano.

Lo ha acompañado su hija Madison Grace, que canta en la banda Cosmodrone, pero que se embarcó con él en la gira de presentación de su disco "Spirityouall" ya el año pasado.

Muy callado lo tenía, pero cuando la chica ha tenido su momento estelar con la interpretación de "Fever", McFerrin la ha presentado al público, a esas horas ya más que entusiasmado con un músico que tiene asegurado el triunfo si se decide por una quinta visita.

Tras la muy bonita "Rest" llegaba la presentación del resto de músicos y todo empezaba a sonar a despedida.

La gente puesta en pie le pedía que siguiera, incluso desde la terraza de la sociedad gastronómica, origen en muchas ocasiones de un molesto bullicio, ajeno a lo que ocurre en el escenario.

Hubo un bis, un blues para el adiós de verdad, mientras la gente aplaudía embutida en los chubasqueros verdes de plástico que reparte la organización y que tan socorridos son en noches como la de hoy, en que no se esperaba una gota de lluvia.

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