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Un momento de la adaptación de 'Tiempo de silencio' que se representa estos días en el Teatro de la Abadía de Madrid. SERGIO PARRA
«En la España de 'Tiempo de silencio' las mujeres eran las grandes maltratadas»

«En la España de 'Tiempo de silencio' las mujeres eran las grandes maltratadas»

El suizo Rafael Sánchez dirige en el Teatro de la Abadía de Madrid la versión escénica de la novela de Martín-Santos. La gira del montaje podría llegar a Donostia

MITXEL EZQUIAGA

SAN SEBASTIÁN.

Domingo, 20 de mayo 2018, 10:09

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Es suizo y ahora dirige el Teatro Municipal de Colonia, en Alemania. Se llama Rafael Sánchez porque es nieto de inmigrantes españoles. Acaba de dirigir su primer montaje en España, con éxito de crítica y aplauso del público. Y el desafío es mayúsculo: llevar a escena 'Tiempo de silencio', la novela del donostiarra Luis Martín-Santos que revolucionó la literatura de los años 60, por sus formas y su contenido. «Es una novela deslumbrante. Mi reto era llevar al escenario la mirada sórdida y grotesca sobre aquella España, en la que las mujeres eran ya las grandes maltratadas», dice Rafael Sánchez en conversación con este periódico.

La obra se representa en el Teatro de la Abadía madrileño, que dirige José Luis Gómez, hasta el 3 de junio. Fue Gómez quien tuvo la idea de adaptar la novela e invitar a Rafael Sánchez a dirigirla. La obra girará en los próximos meses y es probable que llegue a Donostia, la ciudad donde creció y trabajó Luis Martín Santos. El responsable de Artes Escénicas de Donostia Kultura, Norka Chiapuso, dice que se trabaja esa posibilidad.

Tiempo de silencio

  • Lugar Teatro Abadía de Madrid.

  • Actores Sergio Adillo, Lola Casamayor, Julio Cortázar, Roberto Mori, Lidia Otón, Fernando Soto y Carmen Valverde.

«Confieso que yo no conocía a Martín Santos ni 'Tiempo de silencio', porque en las escuelas suizas o alemanas apenas se estudia literatura española», dice el director. «Fue José Luis Gómez el que me propuso que la leyera y la adaptara, y quedé entusiasmado desde las primeras páginas. Los años en que transcurre la historia corresponden a la época en que mi abuela vivía en Madrid, y la atmósfera que retrata el libro me recuerda a las cosas que me contaba mi abuela. Esa España de la postguerra es fascinante para mí».

El libro del bachillerato

Sánchez sabe que esta novela está muy vinculada a muchas generaciones de españoles que la estudiaron como lectura obligatoria en los años de bachillerato, aunque subraya que desde hace dos años no figura ya en los planes de enseñanza. «Cuando estaba preparando el montaje y dejaba el libro en la mesa de un bar o en algún otro sitio mucha gente me recordaba eso, que la había leído en la escuela, con una vinculación especial a sus años jóvenes».

Quienes la leímos entonces sabemos que es un texto difícil, con saltos en el tiempo y monólogos interiores, complicado de trasladar a un teatro. Rafael Sánchez, después del trabajo de adaptación, lo sabe mejor que nadie. «Ha sido muy complicado. Contamos con siete intérpretes, tres actrices y cuatro actores, y en el montaje distribuimos partes del texto entre los intérpretes para que hagan en algún momento de narradores. Intentamos recoger el corazón de la novela y no perdernos en detalles. Y buscamos que todo fluya rápido. Para ello, los narradores no necesitan cambios de vestuario ni utilería».

«Mi reto era llevar al escenario el mundo sórdido que retrata el autor», dice Sánchez

A Rafael Sánchez le gusta la historia de don Pedro, el joven médico que investiga en aquel Madrid en blanco y negro pero se queda sin dinero. Y le llama la atención que las mujeres son las grandes sufridoras de la historia, con duros presentes y sin futuro. «Quizás esa visión sigue vigente», explica el director. Y hay más vigencias. «No vivimos ya en una dictadura, pero el sistema se sigue preocupando de mantenerse a sí mismo, salvarse, más allá de ayudar a los individuos a sacar adelante sus vidas. En Alemania ocurre lo mismo. Aunque parece que en este país las cosas van mejor, la horquilla social se sigue abriendo: algunos tienen cada vez más dinero y muchos tienen cada vez menos. Las clases medias están sufriendo, la gente tiene miedo de perderlo todo y eso explica el auge de los partidos derechistas en Europa».

La vida en las chabolas

El reparto de la obra está compuesto por Sergio Adillo, Lola Casamayor, Julio Cortázar, Roberto Mori, Lidia Otón, Fernando Soto y Carmen Valverde. La versión es de Eberhard Petschinka, y en el equipo artístico Ikerne Giménez se ocupa de la escenografía y vestuario, Carlos Marquerie de la iluminación y Nilo Gallego del espacio sonoro.

Todos ellos contribuyen a recrear una atmósfera especial para narrar la historia del protagonista, un investigador que a través de experimentos con ratones indaga acerca del aspecto hereditario del cáncer. Cuando el joven científico se queda sin ejemplares busca nuevos animales en unas chabolas donde descubre «la marginación, la disfunción de los lazos familiares, la soledad, la impotencia, el odio y el obligado silencio que se esconde detrás de la vida urbana y del momento histórico», remata Rafael Sánchez.

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