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La 'Venus' desnuda del cine mudo

La 'Venus' desnuda del cine mudo

Audrey Munson fue la primera mujer en salir como dios la trajo al mundo en una película. Su rostro está en más de quince estatuas de Nueva York

IVIA UGALDE

Viernes, 20 de noviembre 2015, 21:04

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Audrey Munson había nacido para ser una estrella. Pero, a diferencia de las grandes leyendas, nunca pensó en deslumbrar. Su sueño era estudiar música y danza. Nada fuera de lo común para una adolescente que una tarde cualquiera, en su Nueva York natal, se convirtió en la Venus de América al ser descubierta por el fotógrafo Ralph Draper. Quince estatuas de la ciudad llevan el rostro de esta omnipresente musa que hace justamente cien años no tuvo complejos y marcó un hito en la historia del cine: fue la primera mujer que apareció desnuda en la gran pantalla.

Con su debut como actriz en Inspiration, rodada en 1915 por el director George Foster Platt, Munson rompió todo los moldes de una sociedad pudorosa y conservadora. La escena cumbre de la película, en la que únicamente aparece cubierta por una fina capa de barro húmedo, generó una controversia mayúscula. «Esta joven debería avergonzarse», soltó Elizabeth Gannis, presidenta de la Liga Nacional Cristiana para la Promoción de la Pureza. Ajena a las críticas, la conocida como reina de los estudios siguió adelante, empujada por el indiscutible éxito cosechado en taquilla.

Los censores de la época estuvieron tentados de prohibir la película, pero llegaron a la conclusión de que también tendrían que cubrir con un velo los desnudos de las obras de arte clásico y renacentista. De la cinta no se conserva ninguna copia: solo se preserva una de Purity, otra de las tres cintas de cine mudo rodadas en años posteriores y donde también aparece en cueros. Munson consideraba la desnudez como «un sacrificio en favor del arte».

La llegada al mundo del cine de la primera supermodelo de Estados Unidos coincidió con el ocaso de su carrera como musa de numerosos pintores y escultores de la época. A día de hoy, basta con recorrer las calles de Nueva York para descubrir la huella perdurable que dejó esta mujer legendaria. No en vano, inspiró la escultura más alta de la isla de Manhattan, que se ubica en la cúpula del Municipal Building, y es la segunda más excelsa de toda la ciudad, por detrás de la Estatua de la Libertad.

Las armoniosas facciones de Munson, ligadas al arquetipo de belleza de la Grecia clásica, le permitieron convertirse en el símbolo de la paz que se alza en la Corte de Apelaciones de Nueva York. También puede contemplarse su rostro en las vidrieras de la Iglesia de la Ascensión, en la entrada de la biblioteca pública, en las mansiones de John D. Rockefeller y George Vanderbilt. Incluso adorna las monedas de diez y cincuenta céntimos.

Fama y caída de un mito

En la película Inspiration, la actriz interpreta precisamente a la musa de un escultor y recrea cada una de las poses que la encumbraron a la fama. Un camino sembrado de éxitos que inició con solo 15 años, cuando paseaba por las tiendas de Manhattan junto a su madre y captó la atención del fotógrafo Ralph Drapher. Así fue como salió del anonimato y escaló en el universo de la popularidad hasta que un escándalo de asesinato hundió su carrera para siempre.

Con la misma rapidez con la que se convirtió en una estrella, Munson fue echada a un lado cuando un hombre se enamoró de ella y planeó el asesinato de su mujer. Él fue condenado a la silla eléctrica, pero se ahorcó en su celda. La actriz quedó sumida en una depresión al sentirse rechazada por la sociedad e intentó suicidarse al beber una solución de bicloruro de mercurio. Como consecuencia, fue internada con 39 años en un manicomio con un trastorno de personalidad y allí permaneció hasta que falleció en febrero de 1996, con 105 años. Su cuerpo fue enterrado en una tumba sin nombre.

Antes de descender a los infiernos, Munson escribió varios artículos para el New Jornal-American, en los que desafió las normas imperantes y defendió la belleza del cuerpo femenino con todas sus imperfecciones. Era la Venus de América, pero su voz no se escuchaba. Preferían contemplarla. Admirarla.

Munson fue la precursora de lo que luego sería el cine del destape y que contó con su primer gran referente en la actriz austriaca Hedy Lamarr. En la película Extasis, en 1933, fue un paso más allá y se atrevió a interpretar un orgasmo junto al más escandaloso desnudo integral del cine comercial.

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