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Santos Bregraña. LUSA
Atrapadas en su propia telaraña

Atrapadas en su propia telaraña

El diseñador Santos Bregaña expone en Donostia dieciséis tejidos de arácnidos intactos y enmarcados

Alberto Moyano

San Sebastián

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Miércoles, 21 de febrero 2018

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Desde el punto de vista del arácnido tejedor, esto se podría resumir como «el cazador cazado». Dieciséis telarañas capturadas intactas de la naturaleza y enmarcadas –la mitad sobre fondo blanco, la otra mitad en negro– conforman el eje central de la exposición ‘Amarauna’, que acoge el Centro de Recursos Medio Ambientales de Cristina Enea. La colección, reunida en un ejercicio de técnica y pericia que desafía los límites de la fragilidad de estos tejidos, es obra del diseñador navarro Santos Bregaña, que en un rapto de modestia prefiere en este caso adjudicarse la condición de «comisario de la muestra» porque «los artistas cuyas creaciones se muestran aquí son las propias arañas».

‘Amarauna’ reúne un total de quince telarañas capturadas en Igeldo y una más procedente de San Agustín (Gran Canaria). «Algunas están recogidas entre los helechos, otras en las alambradas y algunas en la ventana de casa».

En cuanto a la técnica utilizada, «es compleja de explicar –señala Bregaña, que tampoco quiere desvelar el ‘secreto’.– Por resumir: se trata de aplicar sobre las telarañas una sucesión de sprays que tiñen, pegan y fijan. La dificultad estriba en que hay una serie de líneas maestras en la tela de araña y se deshace o se destensa si la manipulas mal o si cortas los hilos antes de tiempo».

A partir de este material que muestra el trabajo nocturno de dieciséis arañas de cuatro especies, con presencia mayoritaria de la de jardín, muy común en toda Europa, Bregaña (Pamplona, 1965) especula con «el símbolo del tejido social, la creación del tiempo y los dioses que tejen el destino de las personas». Y para hacerlo, establece un juego a varios niveles en torno al número ocho: «Son ocho telarañas sobre blanco, otras ocho sobre negro. Las arañas tienen ocho ojos y ocho patas, aunque se dice que se bastan con seis para tejer y que las otras dos las tienen de sobra, por si las pierden». La propia disposición de los cuadros en la sala de exposiciones del centro donostiarra juega también con esta idea: cuelgan a ocho centímetros exactos de distancia unos de otros. El diseñador navarro afincado en Donostia recuerda que «la araña de jardín común fue la especie a la que un zoólogo alemán sometió a un experimento con drogas para desmontar el enigma de la forma en la que construyen sus telarañas. No obtuvo grandes resultados, excepto comprobar que el animal continuaba con su labor, de forma más caótica, y más afectada en los casos en los que se le suministró cafeína que cuando le dieron otras drogas».

Bailando la tarantela

Bregaña admite «cierto temor» hacia los arácnidos. «He tenido afición a los insectos toda la vida, pero las arañas me daban miedo, quizás por ese tabú de que su picadura puede ser en algunos casos peligrosa». En este sentido, reconoce que ‘Amarauna’ es «una exposición a contrapelo porque no me apetecía hacerla». La muestra se completa con un panel que reproduce las distintas disposiciones que presentan los ocho ojos de las arañas en una veintena de variedades distintas, así como con un plano de Vitoria, que demuestra su extraña similitud con una telaraña. «Es significativo porque es una ciudad con la forma almendrada típica de las ciudades medievales en las colinas y una estructura caótica en los ensanches decimonónicos».

Finalmente, la muestra, que permanecerá instalada hasta el 20 de mayo, muestra una imagen de Athanasius Kircher, de 1673, que muestra a varios hombres mordidos por la tarántula danzando frenéticamente y armados con espadas, al son de la tarantela.

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