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Joan Manuel Serrat inició su recital en Donostia entonando su clásico 'Mediterráneo' acompañado por una guitarra. LUSA
Joan Manuel Serra se presenta en el Kursaal con alma de marinero

Con alma de marinero

Joan Manuel Serrat abarrota el Kursaal entre aromas de salitre y añoranza | El artista catalán dedicó la primera parte del concierto a su disco 'Mediterráneo' y después repasó otros clásicos de su repertorio

JUAN G. ANDRÉS

SAN SEBASTIÁN.

Lunes, 7 de mayo 2018, 07:56

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Golpe a golpe, verso a verso. Así transcurrió la radiante tarde de ayer en el Kursaal, donde Joan Manuel Serrat echó el ancla para darse un baño de masas y de nostalgia ante 1.800 personas. Su gira 'Mediterráneo da capo' recaló a orillas del Cantábrico en un abarrotado auditorio en el que la poesía cantada del catalán despidió aromas de salitre y añoranza.

Se trataba de «volver al principio», que es lo que significa en italiano el término musical 'da capo', y aunque 'Mediterráneo' (1971) no fue ni mucho menos su primer álbum, es incuestionablemente el más popular. «Es un trabajo crucial en mi vida y en mi carrera. Tenía ganas de sacar a pasear juntas estas canciones», declaró el artista, que bromeó con su ocurrencia de adelantarse tres años a la celebración del 50º aniversario. «Para esperar estoy yo», ironizó.

Con 74 años de navegación, el capitán Serrat se presentó escoltado por una tripulación de seis marineros, algunos grumetes y otros oficiales con tantos galones como el pianista-almirante Ricard Miralles. El escenario parecía la cubierta de un navío sobre la que se alzaba una sábana blanca gigante que hizo las veces de vela en la que se proyectaron evocadoras imágenes relacionadas con cada canción.

«Mediterráneo es un disco crucial en mi vida; tenía ganas de sacar a pasear juntas estas canciones», dijo

La primera fue 'Mediterráneo', himno de himnos con versos cuya sola mención basta para activar los resortes de la emoción -«De Algeciras a Estambul», «Como el recodo al camino», «Amarillo a la genista», «Alma de marinero»...- pero después continuaron en orden diferente al del disco. Así, encadenaron 'Qué va a ser de ti', 'Vagabundear', 'Barquito de papel' y 'Pueblo blanco', la más dramática del lote, y luego cantó y bailó el vals 'Tío Alberto', dedicado a un rico industrial y mecenas que vinculó a la 'gauche divine'. Según confesó, el taburete en el que se sentó para cantar 'La mujer que yo quiero' procedía del Bocaccio, el célebre garito de aquellos años de vino y rosas.

A su voz no se le puede pedir la garra de antaño, pero su icónico vibrato resiste muy bien el paso de medio siglo de singladura. Para muestra, la hermosísima 'Lucía', que desató los primeros y más encendidos 'bravos'. Tras la quijotesca 'Vencidos' llegó la también celebrada 'Aquellas pequeñas cosas' y una nueva pero breve incursión en 'Mediterráneo' que cerró la primera parte del concierto con el público aplaudiendo en pie como si fuera el final de la cita.

Hubo homenaje a Charles Trénet y su célebre 'La mer', canción versionada por gente tan diversa como Julio Iglesias, Miguel Bosé o Robbie Williams, y tras sostener que «todos los océanos del mundo son afluentes del mar Mediterráneo», abordó 'La luna' en clave intimista. Su guitarra se escuchó con mayor claridad en un segundo tramo en el que la banda sonó más sobria y hubo más espacio para los matices, sin tanto recurso a los invasivos sintetizadores que emulaban la inexistente orquesta.

En la segunda parte del concierto la banda sonó más sobria y hubo más espacio para los matices

'Algo personal' tuvo ritmo de swing; al inicio de 'Penélope' hubo aires de bossa nova; los 'Cantares' de Machado hicieron resonar en el auditorio aquello de «Caminante no hay camino»; 'Plany al mar', con subtítulos al castellano, la utilizó para calificar las pateras de «barquitos de papel naufragados» y 'Disculpe el señor' resultó de lo más actual con su visión ácida del poder. Tras regresar al mar con la mítica copla 'Tatuaje', enlazó dos clásicos de Miguel Hernández, 'Menos tu vientre' y 'Para la libertad', antes de rematar con 'Romance de Curro El Palmo' y ese chute de optimismo titulado 'Hoy puede ser un gran día'.

Realmente lo fue e incluyó dos bises, 'Esos locos bajitos' y 'Fiesta', tras los que Serrat soltó amarras y puso rumbo al siguiente puerto: en total, son 60 las ciudades españolas y latinoamericanas que visitará este incombustible lobo de mar. Casi nada.

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