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El cañoncito que daba la hora

El cañoncito que daba la hora

Aparece en una tienda de Logroño el artilugio que detonaba a las 12 del mediodía en los jardines de la Plaza de Gipuzkoa

FELIX IBARGUTXI

Lunes, 18 de mayo 2015, 09:27

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A fines del siglo XIX y comienzos del XX, en los elegantes jardines de la Plaza de Gipuzkoa, en San Sebastián, convivieron tres elementos: el templete meteorológico situado en el centro de la plaza, la mesa horaria -cerca de la entrada al palacio foral- y, al lado, un pequeño cañón que mediante un sistema de lupa a las 12 del mediodía -hora solar- soltaba un disparo. Era una manera curiosa de anunciar a los donostiarras que era mediodía.

Hay que tener en cuenta que a fines del XIX no todo el mundo tenía reloj de bolsillo. La gente se valía mayormente de tres relojes públicos de la ciudad: el de la iglesia de San Vicente, el de Santa María y el de la Plaza de la Constitución. Por su parte, los tres elementos de la Plaza de Gipuzkoa eran regalos a la ciudad de José de Otamendi, teniente de Caballería, geógrafo y hasta poeta en euskera. Fueron instalados en 1879-1880.

Un día de 1905, a los 25 años de su instalación, el cañoncito desapareció. No se sabe cómo. Corrió el rumor de que fueron dos rateros, a instancias de un adinerado. El diario tradicionalista 'El Correo de Gipuzkoa' publicó el escrito de un tal Fausto, quien se queja de que «los visitantes notan su ausencia» y se hizo eco de la sospecha de que podía estar en Suiza.

Dos años más tarde, en 1907, se instaló otro cañoncito similar. El caso es que hubo un sector de la población al que el cañonazo molestaba y pidió que se retirara. Así se hizo y ese segundo cañoncito acabó en el Museo San Telmo.

No está claro cuándo aterrizó la pieza en el museo. Según las anotaciones de Julián Martínez -director de San Telmo en el periodo 1980-1987- fue traída por el arquitecto municipal Juan Alday en el año 1942.

¿Pero qué fue del primer cañoncito? No se sabe de qué manera, quedó «fuera de circulación». Un descendiente del benefactor de la ciudad, José de Otamendi, ha colgado un video en Yotutube (https://youtu.be/hFAi1rhVJuU) en el que se afirma que «estuvo guardado en casa de un banquero adinerado» y que la pieza original podía haber sido fabricada en la tienda Graselli y Zambra de Madrid, siguiendo los cálculos de Otamendi. Otro detalle interesante que revela el vídeo es que el cañoncito estaba montado sobre una pila de piedra que hoy en día sigue en la Plaza de Gipuzkoa, pero a unos metros de su antigua ubicación. En la parte superior de la misma se aprecian aún los restos de los hierros que en su día servirían para fijar el artilugio.

Ahora resulta que ese cañoncito primigenio ha aparecido. Hace unos meses, un relojero llamado Álvaro García Larumbe se puso en contacto con el Aquarium donostiarra para comunicarle que había detectado la pieza en una tienda de antigüedades de Logroño. Y el Aquarium decidió enseguida que sí, que la pieza merecía el desembolso. Además, el precio era muy tentador: 500 euros.

El Aquarium se propone exponer el cañón, si bien no ha decidido aún en qué zona de sus instalaciones. Se trata de una pieza de bronce de tamaño más bien pequeño, pero capaz de generar un buen estrépito. La pólvora se coloca -mediante avancarga- en un lugar llamado disparo, y una lupa concentra sobre ese punto los rayos solares, creando una temperatura capaz de inflamar el combustible.

El reloj lleva grabada la latitud de la capital guipuzcoana: 43 grados, 19 minutos y 30 segundos. Y la lupa está ajustada a esa coordenada, de manera que si trasladáramos el aparato a Madrid, por poner un ejemplo, deberíamos cambiar el ángulo del cristal para que el cañonazo se registrara también a las 12 del mediodía.

Según parece era un artilugio bastante frecuente en el siglo XIX. Tiene un pequeño inconveniente: solo funciona en los días soleados, de manera que no podría ser de uso diario en bastantes ciudades europeas.

Y la mesa horaria

Por otra parte, en la Plaza Gipuzkoa se puede disfrutar desde hace unas semanas de la mesa horaria restaurada, que ha recuperado todo su esplendor, después de que durante décadas apenas se pudieran leer las inscripciones, por la erosión.

Esa mesa horaria es una placa de mármol, instalada sobre un pedestal, que data de 1879 y que marca las diferencias de hora del meridiano de San Sebastián con las diversas capitales del globo. Además de la diferencia del meridiano de San Sebastián con el de Greenwich, que está considerado como el primero o principal, marca la dirección de los límites (con relación a San Sebastián) en que varía la salida y puesta del sol según las estaciones -o sea, los solsticios- y además los equinoccios, altitud de las distintas capitales con relación al nivel del mar, y la distancia en kilómetros desde San Sebastián a varias capitales del globo.

El Ayuntamiento ha podido restaurar la mesa después de que un ciudadano donostiarra aportara el diseño original, publicado en un artículo de la revista 'La Ilustración Española y Americana'.

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