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Las diecinueve cantineras posan con el general y el comandante, flanquedas por el banderín y el abanderado de Bidasoa.
Toda la emoción entre aplausos, abanicos y botellines de agua

Toda la emoción entre aplausos, abanicos y botellines de agua

Altas temperaturas como las sufridas ayer no son las mejores amigas del traje de cantinera, «pero que piensen que mucho peor hubieran estado con lluvia», apuntaba un soldado

J.O./I.M.

Miércoles, 1 de julio 2015, 00:31

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El 30 de junio arranca siempre muy pronto para las cantineras, pero enseguida empieza a compensar el esfuerzo de tal madrugón. «Yo estoy disfrutando de cada momento desde que me he despertado», decía feliz Itziar Gamero, la cantinera de Uranzu. A María Errazquín, de Artillería, le llegaron también pronto las primeras emociones cuando «a las cuatro y media de la mañana han venido a tocarme la Alborada a casa y me ha hecho muchísima ilusión».

En las horas siguientes las respectivas sesiones de maquillaje, peluquería y vestuario llevaron a las cantineras en una vorágine hasta su encuentro con las compañías. «Salir de Alunda, con la familia, los amigos, justo cuando empezaba a amanecer... ha sido muy especial», contaba la cantinera de Bidasoa, Naroa Etxeberria. Para su compañera de Anaka, Leire González, las emociones se dispararon al llegar al entorno de la plaza de San Juan «y ver tanta gente. Bajar a la plaza Urdanibia entre los aplausos de todas las personas que estaban en la cuesta San Marcial... He visto allí a la familia, a las amigas, y ya 'pucheros'».

Precisamente en esa calle San Marcial, abarrotada ayer, vive la cantinera de Ama Shantalen, Judith Espinal. «Cuando ha venido a recogerme la compañía ha sido increíble». El griterío, los aplausos, los parches de la compañía... «Me caían las lágrimas sin haber salido del portal. Había gente que llevaba horas allí y yo quería saludar a todo el mundo. Ha sido increíble y un poco 'horroroso' salir de casa ya llorando», decía entre risas, pero emocionada aún con el recuerdo de ese momento.

También Nekane Franco, de Behobia, recordaba con emoción los primeros momentos del día de San Marcial: «ha sido emocionante desde que me han venido a buscar a casa. Y luego, ir con mi compañía hacia Irun por el río, tener a mi familia cerca... Ha sido una pasada. Me siento una afortunada, la verdad». También Maialen Eguiazabal, de Ventas, aseguraba que «desde el inicio ha sido muy intenso. He madrugado mucho, ¡pero es que quería empezar cuanto antes!»

Agua y ánimo frente al calor

Era inevitable preguntar a las jóvenes por el intenso calor que tuvieron que soportar con sus guerreras de terciopelo y cuello vuelto, los pololos... Pero la sensación general era que «no ha sido para tanto. Cuando estás desfilando ni te enteras, porque te lleva la gente», aseguraba Nekane Franco. La clave, señalaba Leire González, estaba en «beber mucho, comer e hidratarse. La compañía ha estado muy pendiente en todo momento». Al oírle hablar del calor, un soldado de su compañía advertía que «mucho peor hubiera sido con lluvia».

«A ver, está haciendo mucho calor y molesta un poco...», reconocía Maialen Eguiazabal, «pero no importa nada, ¡nada!». También Sheila González, de Olaberria, sufrió las altas temperaturas en algún momento: «ahora mismo estoy acalorada... Pero a beber mucho, comer bien, ¡y adelante!», se animaba. Maider García de Alba, de San Miguel, resumía bien la actitud de todas las cantineras frente a los estragos del calor: «a pesar de la temperatura que estamos soportando, todas pensábamos que lo íbamos a llevar peor. Ha sido un día espectacular y no nos podemos quejar». «Hemos aguantado, somos chicas fuertes», aseguraba Kizkitza González, de la Banda de Música.

Y casi al final de un día inolvidable, todo se desató: fue en la calle Mayor, el último tramo del desfile, la parte que todas esperan «pero al mismo tiempo no quieres que llegue...». Porque significa que ya se acerca el final. Pero es un final a lo grande: manos que aplauden hasta enrojecerse, gargantas que animan hasta quedarse afónicas y miles de lágrimas. «Repetiría mil veces...», aseguraba Sheila González. «Ha sido mejor de lo que esperábamos», decía Kizkitza González. Y Paula Amantegui reconocía que «no quiero que se acabe...». Pero como decía la cantinera de la Banda de Música, «las emociones se convertirán en recuerdos». Y esos son para siempre.

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