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El párroco Joxan Larrañaga, en su última visita a Mali en 2012. Ahora se ha tornado complicado viajar allí.
El grupo de las misiones vuelve a Mali

El grupo de las misiones vuelve a Mali

Una cena el viernes en Bidaurreta dará el pistoletazo de salida a las iniciativas solidarias

MARIAN GONZALEZ

Miércoles, 26 de octubre 2016, 00:15

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Mali, y más concretamente, los niños de Escuela Saint Paul de Togo, serán los destinatarios de las ayudas que el grupo de misiones de la unidad pastoral de Oñati consigan en la nueva campaña solidaria que empieza el viernes. El foco de atención regresa a África, a una comunidad y a un proyecto que conocen muy bien, y del que se sienten especialmente orgullos: becas alimenticias con mucha miga, ya que no solo ayudan a paliar las elevadas tasas de malnutrición del país, permiten que los niños acogidos en la escuela, cuenten con la nutrición necesaria que les ayude en su formación escolar o profesional.

«En 2012 y 2013 ya trabajamos en este proyecto, nos dejó un excelente sabor de boca, y hemos decidido repetir», explica todo un embajador de la solidaridad como es José Antonio Urteaga, implicado en Hermasoloña, el grupo de las misiones, y Hotz, y el mejor ejemplo de que la solidaridad no entiende de fronteras, sino de voluntades. Hay muchas y variadas formas de ayudar a quienes no han tenido la suerte de nacer o vivir en los denominados 'países desarrollados'.

El viernes, la tradicional tortilla de patatas con lechuga de guarnición es el menú que el grupo de las misiones propone para compartir como primera iniciativa a todos los que quieran aportar su granito de arena para ayudar a los niños de Escuela Saint Paul de Togo. El encuentro culinario tendrá lugar a las 20.30 horas, en el local de los frailes de Bidaurreta y en ella, los asistentes tendrán la oportunidad de dar una aportación económica voluntaria. La gastronomía es la excusa con la que crear un punto de reunión en el que intercambiar experiencias, sensibilizar a la gente de la precaria situación de muchos pueblos y recaudar fondos.

«Con 41 euros conseguimos alimentar una vez al día durante todo el curso a un alumno, y por 60 dos comidas diarias» explican haciendo hincapié en el valor de las becas alimenticias que promueve la ONG Mali Elkartasuna.

«Se trata de garantizar la comida de los alumnos que acuden al internado. En la escuela tienen tierras de las que obtienen los alimentos básicos para los alumnos. Las sequías y la complicada situación que vive el país debido a la crisis institucional y territorial, los secuestros de cooperantes etc... han frenado mucho la ayuda internacional, y puesto en una delicada situación a los más débiles, a los niños. Así que aprovechando la infraestructura que tiene Mali Elkartasuna, el grupo de la misiones ha decido volver su mirada a África.

«En la diócesis de San apenas existen carreteras, las comunicaciones son muy escasas, y eso dificulta que los niños vayan a las escuelas. En el internado les ofrecen formación y les garantizamos también la comida», explica el párroco Joxan Larrañaga, que es fundador de esta ONG, y habla de la necesidad de ayudar a uno de los país más pobres, y en la actualidad políticamente inestables del planeta. La agrupación guipuzcoana mantiene su planificación centrada sobre todo en la educación y en la alimentación para paliar las tasas de malnutrición aguda, especialmente relevantes en los menores de 5 años y en embarazadas y lactantes.

A la preocupante inestabilidad política en el país, se suma la severa sequía de los últimos años, que ha propiciado la ruina de las cosechas, la muerte de los rebaños de animales y la falta de agua. En la actualidad, en Mali, se contabilizan más de cuatro millones y medio de personas en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria, así que la ONG tiene claro que hay que seguir trabajando y en breve embarcará un nuevo contenedor solidario.

«Siempre que voy a Mali me pregunto qué culpa tienen ellos de haber nacido allí, nosotros aquí tenemos de todo y ellos nada», relataba Larrañaga hace cuatro años, de regreso de África. Un viaje que no ha podido repetirse por la conflictividad existente en el país, pero que no le impide estar al día de lo que pasa, y seguir ayudando en la distancia.

Lo cierto es que los indicadores de salud y desarrollo de Mali están entre los peores del mundo. La mala administración pública y el difícil acceso a los servicios sociales básicos como el agua potable son algunos de los responsables de ello. La solución está en la educación y esa es la principal apuesta de la ONG en la que colabora el párroco. «Queremos que sean ellos los protagonistas de los cambios. Por esto y por muchos otros motivos el desarrollo personal, académico y profesional de tantos jóvenes ha sido y será la razón primera de nuestro quehacer» explica. Así que han construido colegios-internados, una escuela de magisterio, un hospital, e impulsado plantaciones de arroz entre otras acciones. El nuevo reto oñatiarra es relanzar las becas alimenticias.

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