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KEPA OLIDEN
ARRASATE.
Sábado, 23 de septiembre 2017, 00:19
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En la tarde del 28 de julio, en Aramaio, barrio de Azkoaga, rodeado de familiares, vecinos y amigos, era enterrado Joseba Arregi 'Kataide', «insigne personaje que deja tras de sí una larga vida dedicada al trabajo y al servicio a la comunidad».
Javier Retegui, estrecho colaborador de Arizmendiarrieta, 'arquitecto' de la actual Mondragon Unibertsitatea, exconsejero de industria y expresidente de Eusko Ikaskuntza, ha querido compartir con nuestros lectores el «recuerdo y el homenaje» que tributa a un hombre al que honra como «ejemplo de actitudes solidarias capaces de trascender las privativas posiciones políticas ante las comunes necesidades sociales».
Sostiene Retegui que «pocos hoy conocen» la aportación de Joseba 'Kataide' en los «múltiples frentes en los que intervino, luchó con nobleza y honradez demostrando capacidad, liderazgo y criterio para afrontar intrincados problemas sociales». Discípulo de Arizmendiarrieta, se convirtió en 'referente social' en momentos que requerían lucidez y esfuerzo común.
«Valga como muestra su decisiva actuación en la ikastola de Arrasate» apunta. En la década de los 70, en los estertores de la dictadura, «cuando asomaban los movimientos políticos, se produce un grave conflicto en la ikastola entre un grupo de profesores y los órganos rectores».
La ikastola tutelada por la Iglesia -única forma de legalidad a la sazón-, se encuentra «en la tesitura de expulsar a un grupo de profesores con la consiguiente división social que la medida genera. Decisión que pone en riesgo la continuidad del centro».
Llaman a Joseba para que asuma la presidencia, cuenta Retegui, y lo hace «con serenidad y criterio, afronta la difícil situación hasta estabilizar el funcionamiento del centro, pero no se resigna con eso; quiere revitalizar su futuro abriendo una nueva etapa de desarrollo».
Empieza por «convocar a miembros de la comunidad que representaban sensibilidades políticas diferentes; desde concepciones estatales hasta nacionalistas, de izquierdas o de derechas. En una memorable cena en Kanpanzar, se llega al acuerdo de considerar a la ikastola y al euskera como objetivo y patrimonio común y a trabajar por su desarrollo y expansión».
Con ese respaldo social «afronta la elaboración de un plan a largo plazo (PLP) que establece una estrategia de expansión que, vinculada a la ikastola, supone un movimiento que repercute en toda la sociedad. Se plantea la ikastola como centro de calidad que trabaja por la recuperación del euskera y por la integración social de comunidades de distintos orígenes».
El plan propicia la «apertura de unidades de preescolar, en cada barriada, de forma que los niños adquieran el dominio del euskera desde la más temprana edad, con independencia del origen de sus progenitores». Esta estrategia «requiere el convencimiento y complicidad de personas y comunidades». Joseba «inicia un recorrido de explicación del plan acudiendo a distintas barriadas, reuniéndose con padres, convocados en bares o sociedades, para recabar su apoyo a la iniciativa» relata.
Las gestiones tienen éxito y se planea escolarizar en euskera, a partir de los dos años de edad, hasta llegar, en cuatro años, a atender al 60 por ciento de la población de Arrasate, objetivo que se llega a cumplir.
La escolarización en euskera de los niños de preescolar «provoca la necesidad de su continuidad en las etapas posteriores, lo que lleva a establecer acuerdos con el resto de centros educativos de la comarca, iniciándose un importante proceso de adaptación. El paso de centros, con enseñanzas mayoritariamente en castellano, a su progresiva adaptación al euskera requiere la preparación y transformación del profesorado atendiendo a las demandas de la población».
Desde una posición minoritaria de la ikastola, con educación en euskera, en medio de la docencia general en castellano, se pasa «a un proceso de progresiva adaptación de toda la enseñanza a la exigencia social de recuperación del euskera y de la integración.
La colaboración de los principales centros de la comarca «es ejemplar», afirma Javier Retegui, «llegando, con el tiempo, a fusionarse en la gran ikastola actual». La experiencia de Arrasate es «atentamente observada por otras ikastolas del país que lo ven como referencia».
Todo este proceso se lleva «al margen de la administración educativa estatal, sin ayudas y en medio de recelos y actitudes oficiales adversas», rememora. Se cuenta «con el entusiasmo de la comunidad y la voluntad de afrontar los problemas sociales desde la propia comunidad».
Joseba Arregi, en palabras de Retegui, es el «líder generoso, con credibilidad social y capaz de aglutinar posiciones distintas ante problemas comunes». Su espectro es «amplio, se abre a diferentes facetas de la vida social: en el trabajo, educación, gestión municipal, barrio, ámbitos culturales y sociales...»
Es la persona «con la que se cuenta y a la que se recurre recabando su esfuerzo y participación y que propicia la cooperación entre personas e instituciones. Vive en una entrega total y muere en silencio, en la paz de su familia, en un pequeño barrio de Aramaio».
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