El anfitrión inicia el asalto a su torneo predilecto

No hubo sorpresa entre el anfitrión y la cenicienta de la Copa. El Baskonia no se perderá su 12ª semifinal consecutiva, ya la tercera seguida contra el Barça, después de doblegar a un CAI Zaragoza que solo aguantó la primera parte en el Buesa Arena. Con el veterano e incombustible Nocioni despedido al grito de MVP y de nuevo entre los líderes de un equipo espoleado por una afición que siempre tiene motivos para estar ilusionada con esta competición, el Caja Laboral, que ya sabe lo que es ganar este título en casa, pasó por encima del CAI en un choque muy desequilibrado.

En la Liga, el equipo aragonés, una de las revelaciones de la temporada, hizo sufrir al conjunto vitoriano, pero en la Copa nada tuvo que hacer frente al potencial de los locales y el empuje de sus seguidores, preparados para disfrutar con un equipo que promete. Aunque el Baskonia vaya por la parte más dura del cuadro, no tuvo que exigirse tanto como el Barcelona, y este sábado, relanzado por su paliza al CAI, podría aprovecharse del cansancio de los azulgrana, y del estado físico de Navarro. Después de perder las dos semifinales anteriores frente al Barça, está ante una gran oportunidad.

Equipo tiene el Caja Laboral no solo para plantar cara al subcampeón y pensar en la final, como demostró en un encuentro en el que fue de menos a más y dio el estirón cuando quiso, pese a los esfuerzos de Pablo Aguilar en la pintura. El ala-pívot granadino de la cantera madridista firmó un partido sobresaliente (15 puntos al descanso, con tres triples de tres en la primera parte), pero se encontró muy solo ante el despliegue ofensivo y el talento del equipo de Tabak, que ha dado un aire nuevo y sorprendente a un grupo que con Ivanovic estaba en caída libre. Además, el Baskonia también recupera para su Copa a uno de los jugadores, básicos, San Emeterio, que fue duda hasta el último momento pero no se perdió el estreno del torneo, para colaborar en una victoria más que convincente.

Arreón en el tercer cuarto

Cuando se trata de grandes desafíos, como el que afrontaba el Caja Laboral ante los suyos, y ante un rival tan limitado, aparte de tan poco acostumbrado a este torneo a vida o muerte en el que se necesitan más que milagros, la lógica termina por imponerse. Y sin necesidad de grandes esfuerzos, porque al Baskonia le bastó con mantener la compostura en la primera parte y pegar el arreón en el período clave. Sacó de la pista al CAI en el tercer cuarto, en el que pese a los destellos y la solidez de Lampe, brilló el espíritu colectivo. El de un Baskonia al que le sobran recursos para avasallar al CAI como hizo en un partido que prometía más de lo que fue y se quedó en poco, aunque fue esperanzador para los vitorianos.

Pese a los intentos del CAI de responder y mantenerse con el tiro exterior, resultó insuficiente ante la seriedad e intensidad con las que se emplearon los locales, sobre todo tras el intermedio. Las alternativas se acabaron y al CAI se le acabaron las respuestas en el juego interior con la pareja Aguilar-Norel. No tuvo más el conjunto maño. En cambio, el Baskonia fue, como se esperaba de él, poderoso en todas las facetas. Estuvo notable en defensa y sobresaliente, aunque el CAI dio muchas facilidades, en el lanzamiento de dos. Falló en exceso desde el exterior, pero suplió esa carencia con concentración y esfuerzo. Para dar el primer paso y contentar a su afición fue más que suficiente. La del CAI, que pasó un suplicio, no podía soñar con más dada la tremenda distancia entre ambos equipos.