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La herencia del asesino
SOCIEDAD

La herencia del asesino

Juana Vacas, una viuda de Jaén de 74 años, corre el riesgo de perder su casa por las deudas que dejó el hombre que mató a su hija, su exyerno

JUAN ESTEBAN POVEDA

Jueves, 15 de noviembre 2012, 13:48

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Juana Vacas Pancorbo, viuda de 74 años, baja la mirada y hunde la cara en el luto de sus ropas cuando piensa que un banco la puede desahuciar. Corre peligro la casa que compró con el trabajo de toda una vida y donde crió a cuatro hijos en Torredelcampo (Jaén). Donde esperaba pasar sus últimos años en paz. Lo que a Juana le pone enferma es que no son deudas suyas.

Ni de ninguno de su sangre. Son deudas que atribuye a Fermín J.M., de 46 años y actualmente en prisión acusado del asesinato de Purificación Armenteros Vacas, su exmujer. Y también hija de Juana. Tras el crimen, ocurrido en 2011, la madre heredó las deudas de su niña. Deudas de la sociedad de gananciales que Puri formó al casarse con el hombre que acabó quitándole la vida cuando tenía 44 años. Ya hay reclamaciones vía judicial por más de 110.000 euros. Juana cobra una paga de 600. Y lo único que tiene para responder es su casa. Un embrollo judicial que según fuentes jurídicas consultadas (entre ellas la fiscal de Violencia de Género de Jaén, Gracia Rodríguez Velasco) desembocará en un desahucio seguro si no se pone remedio.

Juana tuvo ayer motivos para sonreír apenas durante unas horas. La vida le ha enseñado a ser cauta y solo gasta sonrisas los días que realmente merece la pena. Una cadena de televisión de ámbito nacional informó a media mañana de que el banco (Banesto) había renunciado a reclamarle el dinero el que pidieron su hija y su exyerno para comprar el piso donde tuvo lugar el asesinato. Inmediatamente fue a la sucursal del pueblo, pero allí no se lo pudieron confirmar. Oficialmente, lo único que consta en el banco es el inicio del procedimento que se abrió contra ella en septiembre pasado, en el Juzgado de Primera Instancia de Jaén. Además, otra familia le requiere una importante cantidad por una cochera. «Eso es lo que judicialmente ha entrado ya, pero hay multitud de acreedores más: se deben 2.000 euros a los bomberos por un incendio que provocó Fermín, hay otro embargo municipal ni sabemos por qué, se deben recibos de la luz, del agua, hasta una enciclopedia. Deudas del tiempo que estuvieron casados. Y lo único que hay para responder de todo eso es la casa de mi madre», lamenta Encarna Armenteros, la única hija que le queda viva a Juana. A dos se los mató la droga. A Puri, su exmarido. El que generó todas las deudas.

La noche del 21 de marzo de 2011, según intentará demostrar el fiscal a un jurado popular en un próximo juicio, Fermín J.M. la emprendió a puñetazos y bocados contra Purificación. Estaban divorciados y había órdenes de alejamiento en vigor, pero seguían viéndose. No ha trascendido por qué comenzó la agresión, pero según reconstruye el fiscal a partir del informe de los forenses, él le partió una banqueta en la cabeza, le dio varias puñaladas en el cuello, le golpeó el cráneo con un martillo y después cogió una alargadera, le hizo un nudo corredizo al cable y la asfixió. Se tomó una copa, hizo la maleta para no ir a la cárcel con lo puesto y marchó a entregarse. «La he matado», confesó a los agentes. Desde entonces dice no acordarse de nada.

Juana Vacas Pancorbo firmó pocos meses después la aceptación de la herencia de su hija. Ahí comenzó un embrollo judicial que puede desembocar en desahucio: recibió la parte que Puri había heredado a su vez de la casa familiar al morir su padre. Y deudas. Muchas deudas que imputa al hombre que mató a Puri. «Nadie me habló de ellas», lamenta ahora Juana.

Discapacitada

Purificación Armenteros Vacas fue evaluada por un tribunal médico en 2003, y se le apreció un grado de discapacidad psíquica del 44%. «Ella era un pelele en manos de él, la manipulaba. Ahora nos dicen que con esa discapacidad podíamos haberla incapacitado para casarse o para hipotecarse. Que no era responsable de sus actos», se queja la familia.

Aún así, se casó y pidió una hipoteca para un piso en 2006. El matrimonio pagó las letras un año. Dejó otros cinco a deber. En ese tiempo, Fermín fue condenado varias veces por malos tratos. En un fallo del sistema, ella también fue condenada por agredirle a él sin que ningún tribunal atendiese a su condición de discapacitada. Puri se divorció en 2010. La sentencia establece que el piso y la hipoteca eran competencia exclusiva de su exmarido.

En septiembre de 2011, apenas seis meses después de enterrar a su hija Puri, Juana Vacas recibió la notificación de que el banco había emprendido contra ella un procedimiento de ejecución hipotecaria por los impagos de las letras del piso de su hija y del hombre que la había matado. Una cuestión técnica: aunque divorciados, no habían disuelto la sociedad de gananciales y seguían compartiendo bienes y deudas.

«Que se queden con ese piso y nos dejen en paz», clamaban ayer Juana y Encarna. A la familia siempre le han dicho desde el banco que no se acepta la dación en pago. Hay otros acreedores que también piden lo suyo. Y más embargos. El banco reclama cinco años de cuotas impagadas más intereses. 97.000 euros, según la demanda de ejecución hipotecaria. Juana no tiene nada. La pensión de 600 euros apenas le alcanza para vivir.

La fiscal de violencia de género, Gracia Rodríguez, llegó a plantear que el banco aceptase como garantía de esa deuda el dinero que la familia puede cobrar en concepto de indemnización cuando haya una sentencia firme contra Fermín J.M. «No accedieron, afirman fuentes judiciales.

«He pasado mucho»

Para frenar el procedimiento de ejecución hipotecaria, Juana intenta anular la aceptación de la herencia de su hija. Así que ha demandado a los notarios ante los que firmó la escritura: alega que no fue bien informada y que no alcanzó a comprender lo que estaba haciendo. Que no estuvo bien asesorada. «Yo apenas fui a la escuela unos meses. Era la mayor de cuatro hermanos. Así que mi madre me necesitaba para cuidarlos. Me casé joven, con 16 años. Mi marido bebía. He pasado mucho. Crié a cuatro hijos. Una se me murió por sobredosis. El otro también por las drogas. Y luego Puri. Yo nunca quise que estuviera con él. Al final me la mató. Lo último es que yo tenga que perder ahora mi casa por las deudas de él», clamaba ayer.

La familia no tiene constancia documental de que la ejecución hipotecaria esté paralizada. Aunque sí saben que quedó supeditada a otro proceso que se ve en el mismo juzgado para intentar anular la herencia. La semana pasada tuvo lugar la vista previa. Un letrado del turno de oficio representando a la viuda en un lado, y uno de los abogados más prestigiosos de Jaén, exdecano del Colegio, defensor de los dos notarios, en el otro. El juicio se ha fijado para marzo. En ese trámite judicial, apenas si se citó a Juana Vacas Pancorbo un par de veces por su nombre. Los letrados y el magistrado que decidieron las pruebas que se aceptan en este caso se refirieron a ella como la actora, la parte o la parte actora. Puro trámite procesal. Encarna se enciende: «Es mi madre. Es su vida. Los jueces tienen que entender que tratan con personas. Ahora los políticos dicen que van a parar los desahucios en casos especialmente sangrantes. A ver si este caso no es especialmente sangrante». De momento, la banca ya ha anunciado que paralizará durante dos años los desahucios hipotecarios en los «casos de extrema necesidad». Los políticos (PP y PSOE) siguen negociando un pacto de «urgencia». Juana confía en que las deudas del hombre que mató a su hija no la maten a ella en vida.

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