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La orquesta de Lyon, anoche en el Kursaal. /LUSA
Faltó chispa
AUDITORIO KURSAAL ORQUESTA NACIONAL DE LYON

Faltó chispa

MARIA JOSÉ CANO

Sábado, 5 de septiembre 2009, 04:56

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La Quincena se sumó ayer a los actos de apoyo a la candidatura de San Sebastián para ser capital cultural en 2016 con el primer concierto de la Orquesta Nacional de Lyon en el Kursaal. El conjunto francés, que llegó con repertorio de su país en la maleta, optó por la música de tres compositores con muchos atractivos, Fauré, Franck y Ravel, para un encuentro correcto que resultó un tanto anodino en su interpretación.

En esta carencia de energía tuvo mucho que ver, sin duda, la dirección de un Michel Plasson que no consiguió extraer el carácter esperado de un conjunto compacto, con buenas maderas y muy sugerente en las partes en piano. Así, , que abrió el concierto, resultó un tanto plano.

La obra, que comienza con dos temas contrapuestos y que convenció en la cuerda, permitió comprobar la dulzura del oboe y el clarinete en el desarrollo de éstos. Fue, quizá, el movimiento más acertado. , en la que el oboe volvió a lucirse, o la fresca y popular melodía de la , de gran pureza en la instrumentación y con precioso sonido en la flauta, no resultaron especialmente expresivas. Sin embargo, fue el final, que precede a la muerte de la protagonista y que desemboca en la el que resultó más insípido.

La de Franck no cambió mucho la percepción de estar ante una orquesta capaz pero unas versiones poco vivas. El inicio en la cuerda grave, a la que enseguida responden los violines, dio paso a un en el que los dos temas que presenta, uno melódico y otro sincopado, no se recibieron con el contraste esperado. El movimiento central, con un canto del corno inglés, también lleno de melancolía, acompañado por el arpa y la cuerda en pizzicato, mantuvo la misma tónica, que no varió en el poético final que propone César Franck en esta sinfonía. El final fue más de lo mismo: dinámicas en bloques -en vez de los deseados reguladores-, poco cuidado al dibujo, la articulación o los acentos y la constatación de estar ante una agrupación más atractiva en las partes suaves. Sus lecturas de Ravel no aportaron muchas más novedades. Los se recibieron seguros y en , con su mágica orquestación y su exigente gama dinámica, brilló, sobre todo, la partitura.

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