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Martínez de Irujo imprimió una velocidad endiablada a la pelota en todas sus acciones. Olaizola II aparece a su lado y detrás, Goñi III. /J.M. LÓPEZ
Una escapada que vale la txapela
PELOTA, FINAL DEL CAMPEONATO DE PAREJAS

Una escapada que vale la txapela

Un pelotazo de Goñi III que fue buena por centímetros decidió una intensa final. Irujo impuso un ritmo frenético que Olaizola II y Mendizabal II supieron aguantar

JOSEBA LEZETA

Lunes, 30 de marzo 2009, 11:22

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DV. Martínez de Irujo y Goñi III recuperaron la txapela de Parejas -ya fueron campeones en 2005- tras ganar 21-22 ante Olaizola II y Mendizabal II en la magnífica final disputada ayer en el Atano III. El partido tuvo un torrente de ingredientes: ritmo altísimo, acciones de ataque acertadísimas, una defensa descomunal de los cuatro pelotaris, diferencias cortas en el marcador, una remontada de Aimar y Oier, que pasaron de perder 13-18 a adelantarse 20-19, presión a raudales, 21 iguales y un último tanto emocionante, incierto, decidido por una escapada sobre la chapa de Fernando Goñi que Olaizola II no pudo llevar a buena.

«Aimar Olaizola ha sido víctima de su pelota en esa última acción», indicó Ander Ugarte, pelotero de Punpa. «Un material más saltarín le habría permitido meter la mano y ponerla sobre la chapa. Pero con esta pelota es imposible hacer eso». Apenas botó.

Una edición exitosa del Campeonato de Parejas encontró el broche que merecía, una final que no desentonó respecto a lo que habíamos visto desde que la competición comenzó a rodar el 3 de enero. Quizá le falta un último tanto más brillante, de remate. No pudo ser. No se registraba un 22-21 en una final desde 1998, año en el que Unanue y Errasti se impusieron por ese resultado a Etxaniz y Elkoro.

La polémica sobre el material rodeó los días previos a la final. Martínez de Irujo y Goñi III se quejaron con acritud. Como sucede tantas veces, protagonizaron sus mejores fases del encuentro con una pelota del rival. Los de Aspe abrieron brecha en el marcador al 13-18 con una pelota de Aimar. Y después, Olaizola II y Mendizabal II protagonizaron la vuelta que estuvo a punto de darles el triunfo con una de Irujo y Goñi III.

Había pelota más que suficiente, tanto por arriba como por abajo, pelota exigente que obligó a los pelotaris a desplegar sus facultades, a meter la mano con fuerza. Y de troncomóviles, nada. Si me apuran, una de Irujo era demasiado viva. El resultado está ahí, a la vista de todo el mundo: un gran partido.

Quizá los pelotaris no se dan cuenta del daño que hacen al seleccionador de material, al pelotero e incluso a los intendentes. Calientan el partido y lo que se ve en el frontón les quita la razón. Como no tienen que rendir cuentas ante nadie... Pero a la larga su imagen puede verse dañada. Al pelotazale neutral no le gustan nada estas salidas de tono, si luego se comprueba que carecen de razón.

Dos grandes figuras

Irujo y Aimar volvieron a situarse frente a frente. Dos delanteros que ya han pasado a la historia de este deporte. Dos pelotaris que están marcando una época y que dentro de dos o tres décadas serán recordados como grandes figuras. Con vaivenes ayer, volvieron a exhibir lo que llevan dentro, con sus virtudes sobre todo y algún que otro defecto perdonable. Juegan tanto y tan bien...

Irujo impuso un ritmo frenético desde el principio. Dio la cara desde el primer pelotazo. Ayudó a Goñi III, le quitó todas las pelotas malas que pudo y atacó a sus dos contricantes. A bote con la derecha, de aire con la volea y la zurda, con esas entradas espectaculares desde el cuatro y el cinco que obligan a recular al delantero rival. Lo hizo con su pelota, más viva, y con la de los rivales, de menos salida. Es tal su poder y su genio, que por momentos parece imparable.

Como desde hace seis o siete partidos, tuvo detrás a un Fernando Goñi sólido. Perdió sólo un saque fácil. En el peloteo, ninguna. No pega, pero tampoco hace falta. Ya se encarga Irujo de eso.

En la mejor fase de Aimar, entre el 13-18 y el 20-19, tuvo dificultades para quitar la pelota al de Goizueta, que le atacó con su derecha. Soltó ese brazo como no se lo habíamos visto hacer durante todo el Campeonato de Parejas. Pero llevó a buena pelotas complicadísimas, cubrió el txoko y el ancho gracias a su sentido de la anticipación.

Oier Mendizabal, quizá, no estuvo tan fino como en sus mejores tardes. Sobre todo al principio. Sucede que Irujo impone un ritmo exigente y todos sus pelotazos llevan raspe, violencia.

Oier tuvo el mérito de no venirse abajo, de crecer con el partido. Lo pasó mal también cuando Irujo y Goñi III se escaparon al 13-18. Fue en ese tanto cuando cometió su último error. Cerró el grifo. Ninguno más. Lo mejor fue su final.

Entonces apareció Aimar, su derecha. Cogió el toro por los cuernos y estuvo a punto de darle la vuelta, ayudado por varios errores tontos de Irujo, que no perdió pelota por tomar riesgos sino en situaciones cómodas que estuvieron a punto de costarle la txapela. Olaizola II demostró su personalidad, ejecutó varios ganchos preciosos. Le faltó la guinda, la que encontró Goñi III con una escapada que pasará a la historia.

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