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Los hermano Azpiazu junto al órgano en el que trabajan. /E.A
Una larga tradición organera
AZPEITIA

Una larga tradición organera

El órgano de la iglesia de las franciscanas está siendo restaurado por los hermanos José Antonio y Aritz Azpiazu Mateos, que continúan con...

ELI AIZPURU

Domingo, 15 de marzo 2009, 03:03

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DV. José Antonio Azpiazu Mateos y su hermano Aritz continúan con un oficio, el de organero, que han adquirido como legado de su padre, José Antonio Azpiazu Gómez. Se trata de un oficio que en su día tuvo mucho auge en el pueblo. No en vano, Azpeitia fue una de las localidades con más organeros de España donde además se construían numeroso órganos.

Ya en 1820, Juan Amezua, padre, y Diego Amezua, hijo, construían órganos para la catedral de Valencia. Aquilino Amezua (1847-1912), el hijo más joven de Juan Amezua, siguió con la empresa de su padre. Al fallecer Aquilino, se fundó la empresa Eleizgaray y Cía, dedicada a la construcción de órganos, en la que se incorporó todo el personal de la fábrica de Aquilino Amezua. Entre 1915 y 1923 se fabricaron 44 órganos. En 1940, surgió de nuevo la necesidad de construír más órganos estando en la dirección de la empresa Ramón González de Amezua.

La Organería Española estaba situada en en frente de la plaza de toros. Era una continuación de Eleizgaray y Cía que cesó su actividad en los años 1974-1975 y contaba con alrededor de 60 empleados.

José Antonio Azpiazu Gómez comenzó a trabajar en la Organería Española (O.E.S.A) a ls 17 años. Al cerrarse ésta, fundó su propia empresa en 1976 donde más adelante se incorporó su hijo José Antonio Azpiazu Mateos y que se hace cargo de la misma desde 1997. Actualmente, y tras la incorporación de Aritz Azpiazu Mateos, después de jubilarse el padre, continúa la tradición organera de Azpeitia.

Además de ésta, otra empresa azpeitiarra, la de Benito Corta Bernal, se dedica también al oficio de la organería.

En estos momentos y aproximadamente hasta finales de marzo, los hermanos Azpiazu se encargan de la restauración del órgano de la iglesia del Convento de la Purísima Concepción, de las Franciscanas Concepcionistas de Azpeitia. Tienen previsto terminar la restauración a finales de este mes de marzo. Para restaurar el citado órgano se está llevando a cabo el desmontaje de todas las piezas para la posterior limpieza, consolidación y tratamiento contra la carcoma, además de restauurar también la tubería metálica, los tubos de madera y todo lo que es la mecánica de notas, teclado y fuelle.

Un trabajo minucioso, alejado del estrés, que José Antonio Azpiazu, reconoce, está siendo tocado también por la crisis: «Se nota la crisis pero, seguimos teniendo proyectos futuros y no nos podemos quejar».

Teniendo en cuenta que solamente en Gipuzkoa se cuenta con 140 órganos (en toda España hay aproximadamente 2000) y que el oficio de organero no está tan masificado, «si no es uno es otro el que se estropea, por lo que seguimos trabajando», dice Azpiazu.

Éso sí, la mayoría de las veces, les toca viajar. «Pasamos bastante tiempo fuera de casa y claro, según donde te encuentres, tampoco puedes venir todos los fines de semana a casa», dice.

Tras terminar el trabajo que tienen entre manos en Azpeitia, se irán a Cantabria y luego a Valladolid.

No se puede decir que el de organero sea un oficio extremadamente peligroso. Sin embargo, Jose Antonio recuerda un anécdota donde a un compañero se le cayó la torre de la iglesia mientras restauraba un órgano. Aunque, afirma. «lo más normal es que nos encontremos con excrementos o nidos de roedores, sin más».

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