Borrar
Las 10 noticias clave de la jornada
Chávez, Bolívar, España y el Corán
ARTÍCULOS DE OPINIÓN

Chávez, Bolívar, España y el Corán

MIGUEL CHAVARRÍA *

Lunes, 9 de marzo 2009, 02:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Una poderosa confluencia de fuerzas está cuajando en el seno de la América de habla española: el Islam ha instalado su campamento entre los indígenas de aquél continente. Este fenómeno, que pone de relieve la facilidad con que se producen implicaciones entre los problemas sociales de carácter local o regional y las corrientes mundiales, no es nada nuevo en sí mismo. En cambio, es radicalmente nuevo el planteamiento específico que sitúa a una religión hasta ahora ajena a la Historia americana en el papel de catalizador de la inquietud política y social en esa compleja parte del mundo.

La presencia de los árabes -a todos se les toma allí por musulmanes y se les confunde con los turcos- no es reciente en tierras iberoamericanas. La llegada de inmigrantes de esos orígenes se inició en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial y se intensificó tras la derrota de la Sublime Puerta y el inmediato reparto de sus territorios entre los vencedores agrupados en torno a la Entente Cordiale formada por Francia e Inglaterra. Pero no todos los llamados «turcos» procedían de lo que es la Turquía actual, ni todos eran musulmanes, pues abundaban entre ellos los árabes cristianos procedentes del Líbano, de Siria y de Palestina, provincias que, tras la caída del Sultán, habían quedado respectivamente en poder de Francia los dos primeros, y en poder de Inglaterra la última. Los «turcos», así entendidos, han llegado a ser miembros importantes de la clase media de los negocios e incluso, en algún país como Honduras, a integrar la clase social más rica y mejor dotada de conexiones internacionales.

Con el tiempo, y mediante el ascenso educativo y económico, han ido apareciendo también personajes de origen árabe en la política iberoamericana. En la Argentina, «El Turco» Menem llegó a la presidencia de la República, y el menos conocido coronel Mohamed Alí Seineldín, golpista fracasado, apodado también «El Turco», fue fundador del Movimiento de Solidaridad Iberoamericano. Un personaje procedente del mundo profesional, Moisés Hassan, figuró en Nicaragua al lado mismo de los comandantes sandinistas que derrocaron a Somoza formando parte del Gobierno de Concentración Nacional. Abdalá Bucaram Ortiz, fue presidente de El Ecuador desde el 10 de agosto de 1966 hasta el 6 de febrero de 1997, cuando fue destituido. Otro ecuatoriano de origen árabe fue Jamil Mahuad, que ocupó la Presidencia de su país desde 1998 al año 2000. Mahuad hizo votar una ley de «salvataje» de los bancos que a la sazón habían quebrado hundiendo a las endebles clase media y baja del Ecuador y causando el éxodo del que España es testigo. Julio Cesar Turbay Ayala, presidente de Colombia de 1978-1982, fue hijo de Antonio Amin Turbay, un inmigrante libanés.

En un ámbito alejado de la política también encontramos personajes de esa procedencia. Mons. Jonás Abib, brasileño, es el fundador de , movimiento católico de gran capacidad expansiva recientemente aprobado por Roma. Y todos los mayores de cierta edad recordamos a ese de guitarra, mate y poncho que fue el cantautor argentino «El Turco» Cafrune.

Aunque la presencia árabe laxamente entendida fue tardía y de menos prestigio que la emigración de origen europeo -no se admitía a los árabes en los clubes sociales de las clases tradicionales- no hay nada nuevo en la presencia de árabes, musulmanes o no, en la vida pública iberoamericana. Lo que sí se manifiesta realmente como una novedad es la incidencia directa de la religión islámica sobre las masas indígenas.

El presidente Hugo Rafael Chávez Frías, jefe de la Revolución Bolivariana, en su reciente visita al Irán, invitó a los chiítas a enviar misioneros para intensificar la difusión de las doctrinas del Islam entre los indios selváticos de su país. El motivo de esta invitación es una frase de Simón Bolivar contenida en una carta en la que expresa que, antes que dar a los países por él «liberados» un sistema calcado sobre el federal de los Estados Unidos, preferiría que se les aplicara El Corán.

Sea como fuere, estas palabras, que sacadas fuera de contexto son presentadas por Chávez como un deseo positivo de islamización, sirvieron mucho antes de cauce para que los marxistas revolucionarios venezolanos se acercaran tempranamente al radicalismo muslím. Un terrorista venezolano de fama mundial, Ivan Illich Ramírez Sánchez, más conocido por sus pseudónimo de y por su mote de , adoptó la fe islámica por lo que significaba de aguijón para fomentar la oposición más violenta contra los Estados Unidos. Chávez no ha ocultado nunca su admiración por las hazañas de Ivan Illich Ramírez al que se complace en llamar «distinguido compatriota». Por otra parte, existe ya una organización Hezbolá Venezuela, a la que estuvo ligado José Miguel Rojas Espinosa, llamado el «primer muhaidín venezolano» uno de los autores del atentado contra la embajada norteamericana en Caracas en el año 2006.

El presidente Chávez se declara seguidor del argentino Norberto Rafael Ceresole, al que considera el ideólogo del socialismo del siglo XXI. Ceresole intervino en el atentado que el día 18 de julio de 1994 destruyó el edificio de la Asociación Mutual Israelita-argentina, en Buenos Aires, hecho que ha quedado prácticamente impune pese a que produjo más de 80 muertos y casi 300 heridos. Los escritos de dicho ideólogo comienzan a penetrar ya en las filas de los luchadores antisistema en la España metropolitana, mientras que alguna producción televisivas de este país achaca el atentado, en mirada retrospectiva y con enfoque sesgado, a la «derecha pronazi» argentina.

Aunque en las organizaciones antisistema no son los hombres de lecturas los que van a definir los frentes, la divulgación de los escritos de Ceresole en la Madre Patria cobran importancia a la luz de dos hechos: uno, que la islamización de los grupos indígenas en Latinoamérica, ha sido encomendada -hasta donde es posible comprobar- a misioneros islámicos españoles, como veremos en próximo artículo. Segundo, porque España está dispuesta a acoger a un grupo de militantes del islamismo más radical que el presidente Obama ha excarcelado para cumplir su promesa electoral y satisfacer las reclamaciones de ciertos grupos de derechos humanos. Ojalá -empleo a propósito esa expresión de nítido origen árabe- las garantías que ha propuesto el señor ministro Moratinos -hombre al que se sabe entrañablemente ligado a la causa palestina- sean suficientes para asegurar que España no se vea convertida en un santuario muhaidín.

Volviendo a Venezuela, es de temer que los efectos de la invitación cursada por Chávez a los chiitas, puedan ir más allá de lo que como anfitrión pudiera haber previsto. Quizá el presidente bolivariano está valorando a la baja la capacidad del Islamismo para crear posiciones adversativas entre los grupos humanos.

El debilitamiento del papel de la Iglesia católica en la sociedad venezolana que Chávez se propone, y el también buscado desprestigio de las confesiones protestantes acusadas gratuitamente de genocidas y agentes del imperialismo ¿pueden justificar el enorme riesgo de introducir una nueva fuente de conflictos, esta vez racial-religiosos, en el complejo sistema de líneas de tensión propio de un país multirracial y de intrincado mestizaje como es Venezuela? ¿No estamos ante una eficaz promoción de problemas raciales que se verán potenciados por el fanatismo político-religioso de los islamitas? Tengo para mí que, a la larga, la incontinente invitación de Chávez a los chiítas es como una bomba con el temporizador dispuesto para la voladura del Estado venezolano. ¡Chávez, qué gran oportunidad estás perdiendo de ser para tu país algo más que un pintoresco y dañino demagogo!

*www.maquinaciones.info

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios