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ANÁLISIS

Euskadi y España

IGNACIO MARCO-GARDOQUI

Miércoles, 18 de febrero 2009, 02:38

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La insistencia en las comparaciones económicas «con España» que hacen Ibarretxe, Zenarruzabeitia y los políticos que disfrutan del Gobierno, resulta extraordinariamente fatigosa. Es muy posible que las comparaciones con España sean inevitables. Al fin y al cabo somos España y es lo que nos queda más a mano. Pero hay que tener cuidado. En primer lugar, el caso que nos ocupa carece de la necesaria homogeneidad. No se puede comparar un Estado con una región o con una comunidad autónoma, porque son cosas diferentes. Tienen ingresos distintos, gastos muy dispares y situaciones muy diversas. Las comunidades autónomas carecen -al menos, de momento- de temas como el Ejército, las embajadas o la Casa Real, y soportan tan sólo su propia deuda.

Ayer conocimos que Euskadi tiene ya el primer trimestre de crecimiento negativo y, sin embargo, casi le da un síncope de alegría a la vicelehendakari. ¿Le gusta el dato? Espero que no, pero, como a España le va peor, se regocija y se lanza a pronosticar que no entraremos en recesión. Si acierta, nos lo restregará inmisericorde y, si falla, no pasa nada, pues ya habrán pasado las elecciones.

No resulta difícil de adivinar un cierto deje de malvada intención en la manera de presentar los datos. Alegrarse de que a España le vaya mal es una soberana tontería. En economía no hay nada mejor que tener vecinos ricos y eso vale para las personas y para los países. No hay que tener envidia de que nuestros amigos y vecinos mejoren. Eso, de entrada, les evita la tentación de pedirte dinero y abre la posibilidad de que se lo pidas tú a ellos.

España ha mejorado mucho, gracias a nuestra entrada en la UE, al enorme mercado de opulencia al que hemos tenido acceso y a las ayudas que de ellos hemos recibido. Nuestra evolución hubiese sido completamente diferente si nuestros vecinos del Norte disfrutasen de la misma renta que padecen nuestros colegas del Sur. Por eso, hay que evitar el fanatismo y la demagogia. Nos conviene mucho que al resto de España le vaya bien, pues es un mercado imprescindible para nuestras empresas. No es inteligente alegrarnos de sus problemas, que en gran parte son nuestros mismos problemas. Más bien, deberíamos desear su pronta recuperación. Ayudaría tanto a la nuestra...

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