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Varios patinadores corrieron sin dorsal con fines reivindicativos. /ARIZMENDI
En patines, en monociclo o con coach
ATLETISMO

En patines, en monociclo o con coach

Gentes de todas partes del mundo recorrieron Gipuzkoa, algunos de forma excéntrica

OIER FANO

Lunes, 10 de noviembre 2008, 11:02

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DV. El arriba firmante lo lamenta, pero tiene que restar épica al elogiable ejercicio de correr una Behobia. Eso ya no vende. No al estilo clásico. No a pie. No hagan mucho caso a un servidor, pero se podría afirmar que no eres nadie si no corres la clásica pedestre de forma alternativa. Es la conclusión a la que uno llegaba ayer al ver a gentes que, no contentos con completar medio maratón bajo un intenso sol, buscaban un hándicap para añadir grandeza al reto.

Así, poco antes de que Chema Martínez entrara triunfal a meta, el donostiarra Ion Arrizabalaga hacía su acto de presencia en la línea de llegada sobre ruedas. En patines. Y por si alguien cree que concluyó exhausto, el patinador llegó con aires reivindicativos. «Hemos completado el recorrido en plan pirata, sin dorsal, para reivindicar la prueba sobre patines de cara al año que viene. Hemos demostrado que es posible albergarla sin molestar a nadie, somos un colectivo bastante amplio, ojalá que nos tengan en cuenta», aseguraba. El patinador comentó que subir sobre ruedas Gaintxurizketa «ha sido maravilloso». Suponemos que bajar tuvo que ser más gozoso.

Adan Hernández e Iñigo Valero, irundarras los dos, fueron más allá en su particular revolución. Completaron la prueba en un monociclo. Sin caérse. Sin dorsal. Con catorce y dieciséis años. Hasta ellos se sorprendieron de haber logrado eZl reto. «Nos gusta andar en monociclo, pero vamos del cole a casa y de casa al cole. Nunca habíamos sobrepasado los cinco kilómetros de distancia contínua, en Gaintxurizketa hemos sufrido un poco, sobre todo por mantener el equilibrio, pero aquí estamos, un poco cansados», aseguraban.

Aunque para mérito, sin métodos estrambóticos de por medio, el de Joseba Ibaizabal, vecino de Renteria que perdió una pierna tras un atropello. Pertenece a la asociación Kemen, practica esquí y ciclismo «porque soy un cabezón, tardé un verano en darle la vuelta al cuerpo y aprender a andar en bici». Ayer ayudó, junto a Aritz Martiarena, a los atletas en silla de ruedas. Les guió durante el recorrido. «Subir Gaintzurizketa con una pierna supone un esfuerzo titánico, se carga mucho el brazo, el hombro, pero merece la pena». Un auténtico fenómeno.

Según avanzaba el tiempo, los atletas entraban de cien en cien. Y cada historia era más curiosa que la anterior. Apareció un hombre enmascarado. «Soy El Santo», decía. El personaje en cuestión se autodefinió como un héroe mexicano. «Me gusta la técnica, estoy reñido con las trampas». Se le preguntó por su verdadera identidad, pero él no cedía. «Soy El Santo». Uno se dio cuenta horas más tardes que se refería a un luchador mexicano. Ver para creer.

Globo en ristre, entró en meta Jesús Egimendia, una de las liebres, conocido por ser un korrikalari de larga distancia. Suele hacer el recorrido a contrapelo, antes de que la Behobia dé comienzo, para completar así un maratón. Tras él y su globo de helio, le seguía una marabunta, pues era la referencia para hacer menos de una hora cincuenta minutos. «Se me ha pinchado el globo y he tenido que hacer un apaño al instante, en carrera», aseguraba henchido de orgullo. «La gente lo agradece».

La Behobia traspasa fronteras y océanos. Entre la muchedumbre Joseph, un neoyorkino que acababa de completar, hace una semana, el maratón de Nueva York «en 3h09. Un buen tiempo. Descubrí la prueba gracias a mi hermana, que trabaja en Donostia. Pertenezco a un club atlético en mi ciudad natal, y ya les he hablado de la prueba. Creo que el año que viene traeré a un buen número de compañeros». Por si acaso nos quedamos con su dirección de mail.

Los ultimos serán los...

Cuando el coche escoba se aproximaba a meta, hizo acto de aparición Álvaro Iribas. El año pasado fue último. Como Elena Cortes. La empresa de recursos humanos Human llevó a cabo un bonito proyecto gracias al cual ambos fueron asesorados por la triatleta olímpica Ainhoa Murua. Y ambos llegaron con un crono ligeramente mejor. Álvaro dejó a varios atletas por detrás. Elena fue penúltima, adaptando el refrán. «Los últimos serán los penúltimos». Porque en última posición, en féminas, llegó la danesa Susana Waage. Trabaja en Copenague, en una empresa que responde al nombre de FSP. «En la compañía tenemos coach -entrenador personal-. Conocían la carrera, y me he decidido a hacerla. Ha sido duro, pero ha merecido la pena, decía a Rolf Allen, su preparador».

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