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Este aficionado siguió el ritmo del pelotón un buen rato, dado el ritmo cansino al que se rodó ayer. /REUTERS
Boonen ganó en una jornada de huelga
CICLISMO | vuelta 2008

Boonen ganó en una jornada de huelga

Los corredores, molestos por la etapa del día anterior, se plantaron y se pasearon durante 186 kms. En la primera hora de carrera se cubrieron ¡15 kilómetros!

BENITO URRABURU

Miércoles, 17 de septiembre 2008, 15:39

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DV. Hay que echar mano del refranero para hacer más llevadera la pantomima de ciclismo que vimos ayer en tierras de Castilla. Zamora no se ganó en una hora, dice un refrán castellano en referencia la bravura de sus habitantes cuando Sancho II de Castilla intentó su conquista. Su hermana Doña Urraca, que mandaba en la ciudad, vio como Sancho moría, ante los ojos del Cid.

Los participantes en la Vuelta a España parecieron tomarse al pie de la letra ese dicho porque tardaron exactamente 5 horas, 21 minutos y 16 segundos en cubrir los 187 kilómetros que separaban Ponferrada de Zamora.

La media horaria resultó espectacular: 34,794 kilómetros por hora. En la primera hora de carrera se cubrieron ¡15 kilómetros!, eso sí con el alto del Acebo de salida. En la segunda hora eran 28,3 los kilómetros de media horaria.

Con decir que un sujeto con casco, unos cuernos enormes en la cabeza y la bandera americana corriendo a pie iba más rápido que el pelotón, está todo dicho.

Alguien tenía que ganar y le tocó a Tom Boonen, el vencedor en Córdoba, que parece ir recuperando el tono físico y mental después de una segunda parte de temporada bastante complicada.

¿Qué pasó para que se acumulase un retraso de más de una hora sobre el peor horario previsto por los organizadores?

Hubo una huelga, encubierta, de los ciclistas, molestos por la dureza de la etapa del día anterior, que, según ellos, no estaba bien reflejada en el libro de ruta. También dicen que no había señalizaciones en condiciones de lo que se iban a encontrar.

Con decirles que los quioscos ambulantes que había en la llegada, esos en los que se vende regaliz, pipas, chucherías, hicieron su septiembre particular. Los aficionados esperaban a los llamados esforzados de la ruta, ayer menos esforzados que nunca, y como no llegaban se entretenían picando algo, tomándose una cañita, preguntando, 'qué, ¿ya llegan?'.

También los había que se habían instalado con su silla, a la fresca, para evitar el calor y «ver a los ciclistas», y acabaron prolongando la siesta.

Con los niños merendados

Como los tiempos avanzan que es una barbaridad ya se sabía a qué hora iban a llegar. Entraron los ciclistas con los niños merendados, las madres sin saber qué hacer y los aficionados, desesperados. Hubo huelga de piernas caídas. Eso sí, al menos era de día, y no hubo que encender la iluminación artificial. Es más, Zamora, el río Duero, mostraba todo su esplendor.

Estas situaciones siempre tienen un principio. Ya saben lo que pasa con los grupos. Que hay uno que habla, suelta su discurso, y siempre encuentra eco. Entre los que no tienen nada que hacer, los que les da lo mismo lo que pase, los que tienen todo ganado y una mayoría que no anda ni a pie, encontramos una dejadez total.

Y eso es lo que vimos, apatía, dejadez, comodidad, insensatez. Hubo de todo un poco y nada bueno. El pelotón, con perdón, se convirtió en un rebaño domesticado.

Y a pesar de todo lo que hemos dicho, hubo miles de personas viendo a los ciclistas. Ellos sí que ganaron la etapa.

Esto pasa en la Vuelta a España. No se imaginen una situación así en el Giro de Italia o en el Tour de Francia. Allí, los equipos de esos países se habrían unido y habrían impedido cualquier intento de huelga de piernas caídas.

El paso del tiempo ha cambiado muchas situaciones, pero no de ese tipo. En la Vuelta a España, en las carreras de este país, vale todo. Los organizadores pudieron equivocarse, pero no se merecían el espectáculo que vimos. Ni ellos, ni los aficionados.

¿Dónde estaban los italianos en un Giro caótico de kilómetros y viajes como el de este año? Todos tragaron con lo que les pusieron delante. Las protestas se acallaron. ¿Y en el Tour? ¡Qué decir del Tour! Allí, al que mueve un dedo más de lo permitido, le dejan sin carrera un año después. En la Vuelta vale todo. Ni los propios corredores españoles la defienden. Así les va, así nos va.

En fin, que Tom Boonen ganaba y decía que «es mi segundo triunfo antes de irme a casa a preparar el Mundial». Desde Valladolid se irá al aeropuerto junto a Paolo Bettini. Dentro de lo malo, han aguantado toda la montaña, se supone que para afinar su preparación de cara a los Campeonatos del Mundo.

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