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Moiseev muestra su optimismo tras la prueba de esgrima. /REUTERS
Soy Moiseev, Andrei Moiseev
PENTATLÓN MODERNO

Soy Moiseev, Andrei Moiseev

Versión olímpica de James Bond, el ruso conquistó ayer su segunda medalla de oro en pentatlón moderno

JON AGIRIANO

Viernes, 22 de agosto 2008, 09:53

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Los pronósticos daban como favorito al húngaro Víktor Horvath, el número 1 del ranking mundial, pero cuando llegó la hora de la verdad allí estuvo él, seguro e implacable como el agente secreto con el que le comparan en broma sus vecinos de Rostov-na-Donu. Andrey Moiseev, con 5.632 puntos, revalidó ayer su título olímpico en pentatlón moderno, una hazaña que no se repite desde que la completara el sueco Lars Hall en los Juegos de Helsinki 1952 y Melbourne 1956. Y nadie podrá discutir los méritos contraídos y el dominio ejercido ayer en Pekín por este ruso de 1,95 metros y 83 kilos, capaz de deslumbrar disparando, batiéndose con la espada, nadando, montando a caballo y corriendo. Sobre sus aptitudes en la otra actividad en la que James Bond era consumado maestro no se tienen noticias.

El pentatlón moderno forma parte del programa olímpico desde los Juegos de Estocolmo de 1912. El deporte nació a raíz de la hazaña -real o imaginaria- de un soldado francés al que le encargaron entregar un mensaje atravesando las líneas enemigas. El soldado comenzó su misión a caballo, galopando por tierras desconocidas, hasta que fue interceptado por un soldado enemigo. Obligado a batirse a espada, acabó venciendo a su rival y siguió adelante, ya sin caballo. No podía hacer ruido. Se encontró entonces con otro enemigo y el soldado francés, sin tiempo para demorarse de nuevo con la esgrima (es un suponer), le abatió de un disparo de pistola y corrió campo a través durante varios kilómetros, hasta llegar a un río. Sólo le quedaba atravesarlo a nado para alcanzar su destino, entregar el mensaje y completar una hazaña que, al cabo de los años, acabaría teniendo un reconocimiento olímpico.

Buen comienzo

El orden de competición de los pentatletas ya no es el mismo del que efectuó el protagonista de la leyenda, pero el dominio de las cinco disciplinas sí que es equiparable. Quienes más de una vez se han referido a la conveniencia de que el pentatlón moderno deje de figurar en la lista de deportes olímpicos quizá cambiasen de opinión si presenciaran en directo las evoluciones de estos deportistas. Ayer dieron un espectáculo en Pekín; incluso el español Jaime López, al que la descalificación en la prueba de hípica acabó relegando al último puesto.

Andrey Moiseev comenzó muy firme su actuación. Tras su veinte disparos con la pistola de aire comprimido -deben realizarlos a una diana situada a diez metros y en tan sólo cuarenta segundos-, el ruso se colocó en quinta posición; un buen lugar teniendo en cuenta su dominio de la espada. Gran tirador, Horvath sólo le había aventajado en doce puntos. El campeón olímpico en Atenas tenía previsto ponerse al frente de la prueba tras la competición de esgrima, en la que los pentatletas se enfrentan todos entre sí en combates a un asalto, pero el chino Qian Zhenhua le sorprendió. Al igual que él, ganó 26 duelos y sólo perdió 9. Aún así, Moiseev parecía tenerlo todo bajo control. Horvath, además, había enterrado sus opciones con la espada tras completar una tarjeta penosa: 16 victorias y 19 derrotas.

Sus dos enemigos a batir iban a ser otros: el lituano Edvinas Krungolcas y el chino Qian Zhenhua, que estaba en casa y quería comerse el mundo. Desde fuera, sin embargo, la impresión general tras la prueba de natación (200 metros libres), que puso al ruso al frente de la tabla, es que sólo la prueba de hípica podía impedir a Moiseev colgarse de nuevo la medalla de oro. Los caballos son impredecibles. Todo puede pasar intentando superar doce obstáculos y teniendo que hacer un salto doble y un triple. Y más con el aguacero que caía ayer sobre la capital china. El debutante Jaime López puede dar fe de ello. La hípica fue su tumba.

Andrey Moiseev, sin embargo, superó con nota una prueba peligrosa en la que acabarían cimentando sus medallas de plata y bronce los lituanos Krungolcas y Zadneprovskis, grandes jinetes. El ruso quedó en el puesto quince y se presentó en la prueba de carrera, 3.000 metros, con una gran ventaja. Sus perseguidores saldrían con un hándicap de 13 segundos, caso del chino Qian Zhenhua, peor atleta que él, y de 27 en el de Krungolcas. Le bastaría, pues, con hacer una carrera conservadora y controlar la situación. Y eso no fue ningún problema para él.

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