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La figura de la madre es fundamental en la transmisión de una lengua. [C. MORENO]
La cadena de la transmisión funciona
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La cadena de la transmisión funciona

Un estudio sobre la transmisión familiar del euskera, su mantenimiento y su uso realizado por el Gobierno Vasco revela, entre otras cosas, un fuerte grado de fidelidad a la lengua

NEREA AZURMENDI

Domingo, 6 de abril 2008, 10:51

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san sebastián. DV. La familia es el primer espacio de transmisión de una lengua, el más natural. Con el objetivo de analizar en profundidad cómo funciona en la actualidad ese mecanismo de transmisión intergeneracional en el caso del euskera, la Viceconsejería de Política Lingüística del Gobierno Vasco realizó a lo largo del pasado año un trabajo de investigación -que tendrá continuidad en el futuro-, sobre los «tres pasos fundamentales para tratar de garantizar el porvenir del euskera: su adquisición como lengua materna a través de la transmisión intergeneracional, su mantenimiento y su uso en casa».

Las conclusiones del trabajo, que se realizó tomando como base los datos del último padrón disponible (el de 2001) revelan, entre otras cosas, un fuerte grado de fidelidad a la lengua, ya que en el caso de progenitores euskaldun zaharrak («vascófonos de origen», según la terminología que emplea el estudio), la transmisión está plenamente garantizada. El viceconsejero de Política Lingüística Patxi Baztarrika destaca otra realidad que pone de manifiesto el estudio, «el número creciente de neovascófonos que están transmitiendo el euskera a sus hijos».

Los resultados del trabajo permiten afirmar también que cada vez resulta más habitual tener dos lenguas maternas -el euskera y el castellano-, que el grado de conservación de la lengua más allá de la infancia guarda una estrecha relación con el número de bilingües en la familia, y que esa misma «densidad de bilingües» condiciona el uso del euskera en el ámbito familiar.

Dos lenguas maternas

El sistema educativo y el esfuerzo que han realizado miles de personas por aprender la lengua de adultos han aportado al euskera miles de nuevos hablantes en las últimas décadas, y su influencia no sólo se está dejando sentir en mecanismos tan naturales como la transmisión familiar de la lengua, sino que está aportando matices que obligan a reconsiderar algunos conceptos, como el referido a la lengua materna o primera lengua.

La transmisión familiar de la lengua está lógicamente condicionada por el conocimiento de la misma por parte de los progenitores. El estudio ratifica la evidencia afirmando que «no se puede transmitir lo que se desconoce». Y muestra que quienes conocen el euskera lo transmiten. Así, «cuando ambos padres saben bien euskera -y lo tienen a su vez como lengua materna- su transmisión se realiza de forma mayoritaria y exclusiva: el 88% de los hijos reciben sólo el euskera como lengua materna; un 7% lo recibe junto con el castellano y un 5% recibe sólo el castellano». Sin embargo, cuando «ningún miembro de la pareja tiene el euskera como lengua materna, pese a saberlo bien, el futuro del proceso de transmisión es incierto, ya que casi la mitad de los hijos no reciben el euskera como lengua materna».

Sí sólo uno de los miembros de la pareja sabe bien euskera, los porcentajes varían considerablemente, produciéndose una brusca caída de aquellos que sólo reciben en euskera en beneficio de los que reciben tanto el euskera como el castellano o de los que sólo reciben el castellano. Entre las familias que responden a los distintos modelos de esa tipología mixta, es muy destacable la influencia que tiene la madre en el proceso de transmisión. Finalmente, cuando ninguno de los padres sabe bien euskera prácticamente el 95% de los hijos reciben exclusivamente el castellano como lengua materna.

La tipología lingüística de las parejas es enormemente variada en el caso de la convivencia entre el euskera y el castellano, y da lugar a una casuística igualmente diversificada en lo que respecta a la transmisión. Las parejas lingüísticamente mixtas, además, han aumentado mucho en los últimos años a causa de la incorporación de nuevos vascófonos, tanto totales como parciales, de modo que más de la cuarta parte de los hijos de entre 2 y 29 años que han sido objeto del estudio proceden de familias en las que la competencia lingüística de los progenitores no es homogénea.

En la compleja maraña de datos que ilustra una situación tan variopinta hay, de todos modos, evidencias llamativas, como el número creciente de niños y niñas que tienen como primera lengua o lengua materna tanto el euskera como el castellano. Así, es cada vez más habitual la existencia de una segunda «primera lengua» adquirida fuera del ámbito familiar que no sustituye a la lengua materna, sino que se añade a ella. El fenómeno se produce de forma más acusada entre los hijos de las parejas formadas por neovascófonos, es más intenso cuanto menor es la edad de los hijos y, generalmente, la que se ve favorecida es la transmisión del euskera.

Mantener lo que se sabe

El estudio, partiendo de la base de que la transmisión familiar no es suficiente para garantizar el futuro de la lengua, ya que su pervivencia requiere de un «proceso de mantenimiento y consolidación que tenga como resultado el uso real» de la misma, ha analizado también el grado de mantenimiento de la competencia lingüística adquirida en casa. La primera conclusión de este apartado del trabajo revela que existe un intenso proceso de movilidad lingüística, caracterizado principalmente por la incorporación al euskera, ya que a pesar de que casi las tres cuartas partes del universo analizado no tienen el euskera como lengua materna, más de la mitad de ellos lo conoce bien.

Es decir, quienes reciben el euskera en casa lo mantienen -la pérdida total no llega al 1%- y los que no lo reciben se incorporan a su conocimiento por otras vías, y el número de nuevas incorporaciones aumenta conforme desciende la franja de edad. En el mantenimiento del euskera influye también de manera decisiva la densidad de bilingües en el conjunto de la familia y, a medida que desciende su porcentaje, resulta más difícil que los hijos lleguen a dominar el euskera. De la densidad de bilingües depende asimismo su uso en casa, aunque también en este caso, como en de la transmisión, la lengua hablada por la madre tiene una mayor repercusión en los usos lingüísticos familiares. En cualquier caso, el estudio afirma que sólo cuando la densidad de bilingües de la familia supera el 80% queda garantizada la posibilidad de vivir en euskera en casa.

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