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Sábado, 16 de febrero 2008, 12:45
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zaragoza. dv. A ver cómo les explico lo que ocurrió ayer en Zaragoza. El Bruesa fue el de siempre. De no dar un duro por él (47-30) a destrozar al CAI. Si lo que ocurrió en Lugo era inédito, lo de ayer es para guardar. Había mucho orgullo sobre el tapete y el Bruesa aceptó el todo o nada. A pecho descubierto. Sin mirar atrás. Ambos equipos se lanzaron a tumba abierta. El alto ritmo presidió los primeros minutos de partido. El Bruesa, con un quinteto de raza con Uriz, Arco y Doblas, más los de siempre -Hopkins y Panko-, jugó con criterio en ataque, buscando la mejor opción, bien sustentado con una más que correcta actitud atrás. Sólo la segunda falta personal de Hopkins, en el minuto cinco, un par de regalos en ataque y otros tantas concesiones defensivas evitaron que el Bruesa llegara al final del primer acto con ventaja (27-20). El marcador, ni mucho menos, se ajustaba a lo visto sobre la pista, porque no hizo tanto el CAI como para tener esa renta. Pero es lo que tiene un grande como el CAI. Por más que buena parte de la responsabilidad anotadora recaiga sobre un hombre -Phillip (10 puntos)-.
El Bruesa no pudo superar después el inicio titubeante con el que dio la bienvenida al segundo acto. Distantes por ceder demasiado espacio y no hacer coincidir sus ansias con las de otros partidos, que quiso hacer todo demasiado aprisa. Pero no hubo descomposición. No digirió bien el Bruesa el carrusel de cambios que suele ser norma en los últimos minutos del primer acto y comienzo del segundo. En un pis pas el CAI se puso 34-20. El Bruesa no cerró el rebote. Ofreció todas las segundas opciones del mundo al CAI en ataque y los puntos caían sin remedio. El CAI protegió su aro con una zona infranqueable a cambio de ganar mordiente en ataque. En la zona de creación el Bruesa no encontró un jugador que guiara sus ataques. La cosa no pintaba bien de inicio. Dos puntos en cinco minutos era todo lo que sumaron los de Laso (38-20, m.15). Sin Doblas y sin Hopkins, el CAI encontró todas las facilidades del mundo bajo aro con Arteaga y Faverani juntos.
El CAI siguió engordando el marcador sin que el Bruesa pudiera remediarlo. En los locales aportaban todos; en el Bruesa costaba encontrar alguien que levantara el dedo. Tuvo que ser Hopkins a su vuelta a la pista el que se erigiera en boya interior. Le mandó al banco con faltas a Cuthbert pero para compensar las protestas del respetable en la siguiente jugada el que se fue al banco, también con tres, fue Hopkins. El 47-30 al descanso no invitaba al optimismo. Quedaba por ver si el Bruesa sería capaz de al menos no perder el basket average y de conceder menos opciones de tiro al CAI. En la primera parte el CAI tuvo trece tiros más que el Bruesa.
De tres en tres
Un parcial de 0-7 (47-37) devolvió a la memoria el partido de ida en Illumbe cuando el Bruesa perdía de diez al descanso, mejoró en el rebote en la reanudación y terminó ganando. Pues fue que sí. Que si no son pasos, que si eso ha sido falta... El CAI se enmarañó hasta tal punto que se le olvidó que tenía el partido ganado y que sólo eso, una grada enfadada con los árbitros, podía echar por tierra todo lo que tenía ganado. Faverani, por fin, recordó que lo suyo es cerrar el rebote antes de mirar a canasta. Todos fueron para él. Hopkins fue su profesor. ¿Y en ataque? El Bruesa anotó de tres en tres. Espectacular.
Seis triples desde el minuto 25 al 30. Isaac López, Brown y Uriz veían una piscina y no un aro. Bruesa logró un parcial de 8-33. Contra un CAI y en su casa. Que me lo expliquen. Y eso que el Bruesa entró al último cuarto cargado con faltas (60-76). Laso dosificó bien a los suyos. Se sufrió sí. Quinteros metió desde fuera las que no había metido (4 triples), pero el partido tenía un dueño. n
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