«Para innovar hay que estar dispuesto a fracasar»

DV. Joan Bosch es el director financiero de los institutos alemanes de investigación Fraunhofer. Son 58 centros que manejan un presupuesto anual que se aproxima al cuarto de billón de las antiguas pesetas (1.300 millones de euros). Bosch ha visitado recientemente el CEIT de San Sebastián, junto con Georg Rosenfeld, director de Desarrollo Corpoprativo de Fraunhofer, con el propósito de analizar si la institución alemana profundiza la cooperación que ya mantiene desde hace más de diez años con el centro de investigación donostiarra.

- ¿Cuál es el motivo de su visita al CEIT?

- La dirección de los institutos Fraunhofer ha definido sus objetivos de expansión en Europa y por eso estamos visitando instituciones de investigación para ver qué posibilidades hay de cooperación. Venimos al CEIT porque mantiene relaciones con el fraunhofer de Erlangen desde hace más de una década.

- ¿Se va a fortalecer esa relación?

- No lo sabemos, el objetivo de la visita es profundizar en el conocimiento y ver si es favorable para ambas partes un contrato básico general para definir cooperaciones más concretas.

- ¿Su primera impresión?

- Muy buena. Que el CEIT trabaja bien ya lo sabíamos. Lo que hemos visto es que aquí el modelo de financiación es muy parecido a los Fraunhofer, además de la estrecha vinculación con la universidad, que es una llave de éxito de los Fraunhofer. En términos generales, hay sintonía incluso en la estructura y eso va a favorecer el acuerdo.

- Alemania ha sido una referencia primordial en tecnología, pero ese liderazgo es ahora más compartido, por ejemplo, con países emergentes. ¿Es un proceso lógico por la pujanza de esos países, por el declive de potencias clásicas, por una combinación de factores...?

- Otros países han mejorado y alcanzado unos estándares que antes no tenían. Es más fácil crecer desde un punto de partida más bajo que ir mejorando cuando uno está muy arriba. Además, en Alemania hubo problemas a finales de los años 90, por ciertos temores a realizar algunas reformas legislativas, se encareció la mano de obra y las empresas no querían invertir. Y si no se invierte, no se investiga. Hoy hemos salido de esta crisis institucional y Alemania va a alcanzar los objetivos de Lisboa de invertir el 3% del PIB en investigación para el año 2010.

- ¿La política ha asumido el carácter estratégico de la innovación para garantizar el futuro?

- Sí, incluso se ve en los discursos. Han hecho suya la necesidad de innovar.

- Usted ha defendido que de nuestra capacidad de innovación dependerá que mantengamos nuestro estándar social, que equivocadamente damos por invariable.

- Sin duda. No solamente para asegurar el estándar que tenemos en Europa, sino para mejorarlo, crear puestos de trabajo, frenar que las empresas abandonen Europa para ir donde la mano de obra sea más barata... Quien innova es atractivo y. por tanto. atrae capital, el capital invierte y crea nuevos puestos de trabajo.

- Innovar requiere casi siempre audacia.

- Innovar es estar dispuesto a probar cosas nuevas, estar dispuesto a fracasar, a probar muchas cosas que no tendrán éxito. Es más fácil pensar que las cosas te van bien que interrogarte sobre qué puedes hacer para mejorar. Es necesario que las empresas sean innovadoras, que estén dispuestas a invertir dinero en sus departamentos de investigación, en las universidades o en centros de investigación para mejorar sus sistemas de producción, para mejorar sus productos. Sólo el que se mueve puede ir hacia adelante. Y «adelante siempre hay sitio», que decía Michael Schumacher.

- Innovar sí, pero también saber comercializar. El MP3 se inventó en el fraunhofer de Erlangen, pero quienes lo comercializaron fueron empresas de Estados Unidos, Japón y Corea

- No sólo el MP3. Hay grandes inventos europeos que otros los han sabido comercializar primero. Los europeos somos buenos investigadores, solucionamos problemas, patentamos... Lo que luego nos falta no es dinero, sino capacidad de decisión, capacidad para ver que detrás de la idea puede haber un producto. Con el MP3 no hubo ninguna empresa europea que fuera capaz de darse cuenta de que había un mercado para ese producto. Sony, Samsung y Apple sí lo vieron.

- ¿Quién debe innovar? En España la inversión es mayoritariamente pública y flaquea la privada.

- En Alemania dos de cada tres euros invertidos provienen de la industria y uno del Estado. En España las empresas producen y no investigan. Los Fraunhofer recibimos anualmente 400 millones de euros de los lander; otros 400 millones provienen de la industria pequeña, mediana y multinacional, y otros 400 son logrados en competencia con otras instituciones para programas concretos, por ejemplo, de la Unión Europea. En nuestro caso, los 400 millones que nos da el Estado (los lander) no son finalistas, de modo que el consejo de dirección de Fraunhofer tiene la libertad de decidir dónde se invierte, sea en personal, en tecnología, en proyectos... Esto es fundamental para entender el éxito de los institutos fraunhofer,

- Se tiende a vincular indefectiblemente inversión en investigación con industria, investigación aplicada, que dé resultados, cuando probablemente ésta sólo puede ser consistente y duradera si surge de un sistema que no descuida la investigación básica.

- Es un error exigir resultados inmediatos a la investigación, en el sentido de crear productos de lanzamiento inmediato al mercado. Es necesario invertir durante años en temas que generan saber y que pueden generar innovación. Éste es quizás es el problema de los políticos, que quieren vender resultados durante los cuatro años de su legislatura. Hay inversiones que requieren un largo plazo para proporcionar un resultado. n