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ANÁLISIS

La Segunda es mejor

PHIL BALL

Miércoles, 26 de septiembre 2007, 11:04

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Me gusta la Segunda. Me puedes llamar perdedor si quieres, pero en este momento prefiero la plata al oro. Es como el mundo del cine. Tanta locura por Richard Gere, que ni es guapo ni buen actor, cuando la esencia del cine es ir a una peli de estas en chino que no tiene ni nombres ni glamour, pero de la que sales con una sensación de satisfacción inapelable. Hombre, me gustó Pretty Woman, pero más por Julia Roberts que por Gere, claro. Y creo que la presencia de este actor ha sido tan aclamada precisamente porque ya estamos en Segunda. Ya que nos falta el glamour de los Madrid y Barça en directo, en Anoeta, nos da algo de recompensa saber que todavía los grandes -al menos del cine- tienen el deseo de visitarnos. Esto es muy giputxi, la necesidad de sentirse apreciado, pero es un error. Me explico.

Un viejo amigo mío inglés, que siempre tenía aires de freaky, solía deambular por las Islas Británicas viendo partidos de fútbol en pueblos donde había más ovejas que gente. Era su afición particular y pertenecía a un club exclusivo de freakies británicos que se llaman 'Groundhoppers'. Pasan toda la temporada visitando los clubes más modestos, gastando la poca pasta que tienen en un ritual tan curioso como voyeurístico.

Cuando este amigo me dijo que había presenciado un partido entre el Cowdenbeath y el Stenhousemuir en la Tercera escocesa, en un día de enero con viento de Siberia y copos de nieve bailando en el aire, y con 200 espectadores esparcidos por el pequeño y viejo estadio (y con resultado final de 0-0), le pregunté: «¿Qué tal fue?» Me miró con una sonrisa irónica y contestó: «Fue una experiencia cultural».

Efectivamente. El fútbol es mucho más que Primera. A veces hay que saborear los sedimentos del fondo de la botella para luego saber cómo es el vino. La presencia de la Real esta temporada en Segunda también tiene que estar considerada en términos parecidos a los que utilizó mi amigo. Un viaje cultural, quizás.

Me parece mucho más interesante ver a equipos como el Elche y el Poli Ejido (me encanta cómo suena este último) que ver, otra vez, las mismas caras de los del Madrid o el Barça, jugadores que ni siquiera quieren estar aquí. Ellos ven un partido en Donostia como una necesidad profesional, pero se ve que nunca están a gusto. Juegan, ganan, hacen las maletas y se piran, como si no existiéramos.

Como he dicho, a los giputxis (y soy uno ya, a medias) no les gusta este tipo de trato. A los de Bilbao les da igual, pero aquí queremos que Richard Gere sepa a dónde ha venido, que sepa que aquí se come de cine y que no hay bahía como ésta en toda la península. Y, claro, cuando nos visitan los del Elche y del Poli Ejido sabemos que se quedan impresionados. A David Vidal le impresionó tanto Anoeta que casi logró pronunciar, por primera vez en su vida, una frase entera sin palabrotas.

Pero hay otras razones para preferir la Segunda, si bien sólo durante esta temporada. Los viajes culturales suelen acabar y luego queremos volver a casa, a Primera. Pero si lo logramos, la experiencia nos habrá enriquecido de tal manera que podremos, quizás, afrontar el reto de Primera con más eficacia que en los últimos años. Semejante cosa dije el año pasado cuando me preguntaron si yo veía a la Real en Segunda. «Claro, y no me parece mal», contesté, y creí que en ese momento había dicho algo mal. Me miraban con la cara torcida: «¿Pero qué dices, chaval!»

Bueno, dixit y aprobado. Quod demonstratum est. La Real está donde tiene que estar, en este momento de su ciclo de vida. Pero va a más, queda claro. Lo bonito del partido contra el Elche fue que quedaba bastante claro quiénes fueron los que habían estado en la Real en Primera. Contagiaron a los nuevos de la cantera y el consiguiente abismo de calidad entre los dos equipos fue notable, y así tiene que ser. Algún día volveremos a dar la cara ante los de Madrid, por ejemplo, pero por ahora, hay que disfrutar del lado más humano del fútbol.

La otra semana, el central del Poli Ejido, cuyo nombre se me escapa, tenía pinta de un jugador que apreciaba lo que era ser un profesional, no porque fuera malo sino porque parecía un jugador que podría haber optado por otra profesión fácilmente, porque tampoco era bueno. Pero estos no se comportan con aires de dioses, como suelen hacer por defecto los magníficos o los galácticos. Si a este central del Poli le hubieras pedido un autógrafo en las afueras del hotel modesto en que se quedaba, pues el tío te lo habría dado hasta diez veces. Me cuentan que Richard Gere, a pesar de lo simpático que parecía, solo firmó uno.

Pero el viaje cultural no se limita a los jugadores. Una madre de un amigo de mi hijo me dijo el sábado, a la mañana, que no pensaba ir a Anoeta a la tarde. «¿Pa' qué?», me informó. «¿Pa' qué voy a ver un partido de Segunda y además bajo esta maldita lluvia? Ni hablar». ¿Ah! ¿Tiene mucho que aprender! Es mucho mejor en Anoeta ahora. No tienes que hacer cola ni en las afueras ni en los wc de caballeros. Hay entradas más baratitas. Puedes ir a donde quieras y en el descanso no tienes que esperar media hora para que te den tus patatas fritas.

Un placer. Pero ojo, la Segunda es un reto para los aficionados también. Es ahora cuando tienen que apoyar, exactamente como el año pasado. Hay que animar, cuando viene el Granada 74 o cuando vienen Los Pitufos del 84. Me da igual. Segunda es mejor. ¿A disfrutar! M

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