Esto ya es otra cosa

No hubiera creído posible hace un mes que la Real pudiera estar a finales de septiembre con nueve puntos y a una distancia aceptable de los puestos de cabeza. Había mucho que aprender, mucho sosiego que ganar, mucha confianza que recuperar. Pues en ello estamos. Tras jugar en Eibar con más firmeza que luz y ganar en Las Palmas en un partido de grandes claroscuros, la Real fue limpiamente superior al Elche y al discurso que había venido manteniendo hasta ahora. En casa, desde luego, pero también fuera.

Hubo momentos mejores que otros también ayer, pero el tono general fue claramente superior. Perdió la Real el ritmo y el control en el último cuarto de hora de la primera parte y de cuando en cuando sus jugadores tomaron alguna decisión equivocada. Sacar mal un balón desde atrás, enredarse en posiciones de riesgo, movimientos inseguros o claramente inadecuados, pero fueron los menos. El equipo blanquiazul se sometió a un guión previamente establecido y lo cumplió a rajatabla. En mi opinión su rendimiento estuvo por encima de lo que cabía esperar tras las dos actuaciones previas en Anoeta.

Dio la impresión de que la Real había cogido en un mes el tranquillo a la nueva categoría. Trabajo serio, pelea decidida por cada balón y buscar la calidad de sus hombres más brillantes para desequilibrar a la zaga rival. La consecuencia fue la tercera victoria en cinco partidos, la primera en San Sebastián, la segunda consecutiva. No es poco.

Sobre todo, porque no creo que el susto del tiempo de descuento fuera consecuencia de que el equipo se echara atrás o se relajara antes de tiempo. Se produjo un desequilibrio concreto al resultar golpeado uno de los centrales y perder su posición. El resto fueron una serie de rechaces infortunados. Faltó tranquilidad para negociar la nueva situación, pero no cabía esperar otra cosa a estas alturas. Ese último susto también les ayudará a crecer.