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Los jugadores de la Real y el Heracles se saludan en los prolegómenos del amistoso. Luego, los realistas tuvieron que jugar con petos prestados. [XOSE LOUZAO]
El semáforo, de color naranja
betierreala!

El semáforo, de color naranja

La Real empató ante el Heracles gracias a dos goles de Uranga en un partido flojo que los blaquiazules sólo dominaron a ratos y con dificultad. La idea que busca Coleman aún está lejos del juego que realiza el equipo.

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Jueves, 9 de agosto 2007, 10:19

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ALMELO. DV. El carácter competitivo y la capacidad de Gari Uranga fueron lo más destacable del empate de la Real ayer en Holanda ante el Heracles Almelo. Dos goles del de Ibarra en la segunda mitad permitieron a los realistas salvar el empate en un partido francamente flojo, en el que la idea de juego que quiere implantar Chris Coleman no obtuvo ninguna respuesta por parte de los futbolistas. Una falta directa y un cabezazo a centro de Carlos Martínez sirvieron a la Real para encadenar su tercer empate consecutivo en pretemporada.

El verano suele ser una época de optimismo, donde todo es posible. Pero este verano es distinto, muy distinto y la Real no tiene la presunción de inocencia. Debe demostrar que lo es, debe demostrar que puede ganar muchos partidos y subir a Primera. No tiene el privilegio del borrón y cuenta nueva de cada verano.

La luz del semáforo está en naranja. Se encendió ayer en Almelo y no porque la Real jugase de ese color con unos petos prestados por el Heracles, sino porque el peligro se empieza a avistar en el horizonte. El equipo trata de asimilar lo que quiere el entrenador, pero la idea y la realidad están lejanas y hay motivos para no relajarse. Hoy es 9 de agosto todavía y el semáforo no puede ponerse en rojo, pero conviene no dormirse en medio de la carretera. Por eso, lo que en condiciones normales sería un amistoso en un campo de hierba artificial sin mayor importancia y los dos goles del segundo tiempo serían un dato positivo que destacar, la Real necesita demostrar y demostrarse que está viva y que puede afrontar una tarea nada sencilla como la que tiene ante sí esta temporada.

El primer tiro, en el 44

El primer disparo con peligro de la Real llegó en el minuto 44, a cargo de Prieto. Con ese dato se explica bastante bien cómo fue el partido de los de Coleman hasta ese momento. Si el técnico galés busca un juego de pase y circulación de balón debe seguir buscando, porque era el Heracles quien manejaba el cuero en la mayoría de las ocasiones.

El rombo del centro del campo dista, por el momento, de ser una figura geométrica y por ahora se parece más a un batiburrillo en el que cada uno hace lo que puede, con muy buena voluntad, eso sí, pero poca claridad acerca de cuál es la idea de juego. Los tres hombres que se desenvuelven por delante del pivote cambian constantemente sus posiciones, dejando muchos huecos debido a los desajustes que provocan estos movimientos. Es difícil saber si Prieto jugó por la derecha o por la izquierda y lo mismo se puede decir de Estrada y de Stevanovic.

Y todo ante un rival francamente pobre. Es cierto que juega en Primera, pero el nivel de la Liga holandesa -salvo sus tres grandes equipos, Ajax, PSV y Feyenoord- es pobre y el Heracles no es uno de sus mejores exponentes. Hace dos años estaba en Segunda y sólo ha ganado una Liga en su historia, en los años 40.

El Heracles había marcado tras un fallo defensivo realista y apenas tuvo más ocasiones hasta el descanso, aunque dominó más un encuentro de nivel flojo.

Mejor tras el descanso

Tras el descanso, al menos hubo goles, aunque el juego no mejoró demasiado. La Real sí supo controlar mejor a su rival, que ya no jugó tan cómodo en la parcela ancha. Gari Uranga logró la igualada con un magnífico lanzamiento de falta desde el borde del área, que se coló por la escuadra de la meta de Pieckenhague, que no la vio ni pasar.

Un nuevo fallo defensivo a la salida de una falta devolvió la ventaja al Heracles, pero Uranga no estaba ayer para perdonar y volvió a marcar, esta vez de cabeza aprovechando un centro perfecto de Carlos Martínez.

La Real ya se había asentado en el campo y ya sólo concedió una ocasión hasta el final del partido, que salvó Riesgo en un mano a mano con Gluscevic. Con el carrusel de cambios, el partido perdió las coordenadas iniciales y el balance del juego sólo puede ser fiable si se refiere a los primeros 70 minutos, en los que los dos equipos mantuvieron una formación más o menos fija.

La Real tiene por delante dos nuevos envites en Holanda, el primero mañana ante un rival flojo y el último ante el Willem II, ya un conjunto homologable a lo que el aficionado realista entiende por equipo de Primera.

De momento, lo que queda claro es que queda más camino por delante que el que ya se ha recorrido. El semáforo está en naranja y eso significa que aún hay tiempo para cruzar, pero no hay que dormirse en los laureles.

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